INTRODUCCIÓN
 
Cuatro personas fueron asesinadas en un remoto paraje de los Alpes franceses en septiembre del año 2012, y el caso, todavía pendiente de resolver, se ha convertido en uno de los más misteriosos de la historia criminal europea. Fue en su momento noticia en todo el continente, y aunque de vez en cuando parece reavivarse el interés de la prensa cuando alguno de los palos de ciego de los investigadores parece prometedor, enseguida vuelve a desaparecer de las noticias, en espera de que algún día el enigma sea descifrado.
 
Lugar del crimen
 
El proceder del encargado de la investigación, el fiscal Eric Maillaud, complicó al máximo lo que ya era de por sí un caso complejo y difícil. Su principal preocupación, desde el primer momento, fue la de alejar el crimen de Francia, y a ello dedicó buena parte de su esfuerzo y tiempo. Una semana después del suceso realizó un viaje a  Inglaterra, tan mediático como innecesario, y allí declaró ante los periodistas con gran seguridad que el lugar donde se había cometido el crimen era casual, y que sin ninguna duda el origen y las causas del crimen estaban en Inglaterra, de donde habían llegado la mayoría de las víctimas. Lo más notable de esas declaraciones es que no estaban soportadas por ninguna evidencia, y que esta parecía apuntar precisamente en la dirección contraria a la que declaraba el fiscal. 
 
Eric Maillaud
Maillaud se empeñó en lanzar sospechas en los medios sobre una persona sin pruebas que lo apoyaran, concedió gran importancia a pistas poco prometedoras, ignoró lo que indicaban los pocos datos fiables que tenía a su disposición, y finalmente concentró todo el esfuerzo de los agentes en la identificación de un sospechoso. Cuando lo consiguió y no dio los resultados esperados, toda la investigación colapsó. Después de eso, el fiscal, al que encantan las cámaras, se dedicó a conceder entrevistas donde afirmaba que podíamos estar ante el crimen perfecto, continuaba ignorando la evidencia, y alternaba su antigua obsesión con un sospechoso con una nueva hipótesis, que a base de insinuaciones y suposiciones iba dejando caer que tal vez el autor de los crímenes está muerto. Desde el verano de 2016 es el fiscal de un nuevo departamento,  Puy-de-Dôme, con sede en Clemont-Ferrand, y ya no está a cargo de la investigación.
 
Creo que el comportamiento de Eric Maillaud puede explicarse en gran medida a partir de su posición en el entramado administrativo de un estado que es un gigantesco parque temático. El turismo es uno de los pilares de la economía francesa, y los asesinatos de viajeros no son nada bueno para la imagen que se quiere dar a los potenciales visitantes, sobre todo si no se aclaran pronto. En ese momento ya estaba pendiente de resolución el extraño asesinato de un turista belga en julio de 2011 en el norte del país (al que, por cierto, también trataron de asignar su origen fuera de Francia), así que el asesinato de varios turistas, británicos en este caso, podía hacer pensar que algún lunático estaba matando a extranjeros. Algunos medios especularon con ello, y también con la posibilidad de que bandas de delincuentes estuvieran tomando como objetivos a coches con matrícula británica, y podemos suponer el temor a que un rumor de ese tipo se propagase en el importante mercado turístico británico. El viaje de Maillaud y su imprudente declaración se explican en este contexto, y se puede considerar que visitó Inglaterra como representante turístico más que como investigador de un crimen. Sus declaraciones ante los medios, supuestamente sobre la investigación, estaban dirigidas a los potenciales turistas británicos, intentando atajar los rumores y tratando de tranquilizarlos.
 
A las órdenes del fiscal, que tiene una función en las investigaciónes muchísimo más activa que sus equivalentes de otros países, trabajaban los detectives de la Gendarmería, y estoy convencido de que escudriñaron todos los ángulos del caso, y que trabajaron duro para intentar resolverlo. Pero cuando el jefe de una investigación, nada más empezar esta, declara categóricamente de forma pública cual es la hipótesis correcta, hay que tener muchas pruebas y mucho valor para llevarle la contraria, y nadie va a seguir con demasiado ahínco teorías que de resultar ciertas dejarán en mal lugar a su superior. Así que casi todo el esfuerzo de investigación se ha concentrado en una de las hipótesis, la menos probable, dejando pocos recursos y menos interés para las más prometedoras. Maillaud tan solo comenzó a aceptar otra posibilidades (y nunca como primera opción) cuando el crimen dejó de ocupar espacio en los medios, varias semanas después. Trasladar el origen del caso fuera de Francia impidió hacer un llamamiento que podría haber sido decisivo para su resolución: Se trataba de solicitar que contactaran todos los que habían estado cerca del lugar del crimen los días anteriores a la fecha en que se cometió, tal vez hasta un par de semanas antes.Veremos al final de la serie las razones para hacer ese llamamiento, que no se efectuó porque hubiera estado en total contradicción con la teoría que hacía a los Al-Hilli el objetivo del asesino.
Maillaud en conferencia de prensa
Su deseo de alejar el crimen de Francia no es el único problema del fiscal francés. A Eric Maillaud le gustan las cámaras, pero le gusta más aún teorizar. Proponer, analizar y discutir hipótesis sobre el caso, con poca o ninguna atención a la evidencia, igual que hacen muchos periodistas y aficionados a los crímenes. En la entrevista que le realizó Parry para su libro, Maillaud y el periodista pasaron revista a todas las hipótesis, sin que ninguno de ellos discutiera siquiera la evidencia que refuta la mayoría de ellas. No la negaron o la matizaron, simplemente la ignoraron o, en el mejor de los casos, la trataron superficialmente. No estamos, como podría pensarse, ante una amable atención del fiscal con la prensa, es así como afrontó el caso. 
 
Los detectives británicos no comprendían la forma de actuar del francés, y una fuente de la parte británica de la investigación le dijo a un periodista que: Desde el mismo comienzo el señor Maillaud estaba obsesionado con las teorías, en vez de reunir pruebas que pudieran demostrar la culpabilidad de alguien.  Analizando algunas de las respuestas que dio a los periodistas, a veces da la impresión de que el fiscal ni siquiera conocía bien los datos de su propio caso, pero lo que nunca le faltó fue disposición para explicar una y otra vez todas las teorías posibles.
 
Es un error bastante común suponer que ante un caso criminal lo importante es proponer teorías o hipótesis (aunque hablando con propiedad son dos cosas distintas, utilizaré ambos términos indistintamente con el significado de hipótesis, como se suele hacer en la prensa). Lo cierto es que es bastante fácil plantear hipótesis, y cualquier persona medianamente inteligente puede proponer una cuantas sobre cualquier caso sobre el que se reciba información superficial. Pero antes de lanzarse a construir teorías es necesario recopilar y analizar la evidencia, estimar su fiabilidad, y en caso de testimonios o datos contradictorios, que suele ser casi siempre, establecer una jerarquía y un criterio de elección. Una vez hecho esto se pueden proponer hipótesis que ayuden a comprender la evidencia, pero hacerlo antes es un error grave. Una de las razones por las que se advierte contra la formulación de teorías antes de recopilar, clasificar y calificar la evidencia, es precisamente el peligro de que esta sea clasificada, analizada y calificada a la luz de una teoría. En ese supuesto, en vez de ser el análisis imparcial de la evidencia el que lleva a la formulación de hipótesis, puede ocurrir lo contrario, que sea la hipótesis la que condicione el análisis de la evidencia, o incluso, y este caso es un magnífico ejemplo de ello, que condicione la decisión de si conseguir o no determinada evidencia.
 
Pero que no se preocupen los amantes de las hipótesis, que intentaré tratarlas todas, algunas con más profundidad y más superficialmente el resto. Durante algún tiempo estuve tentado de darle a este escrito una estructura más formal, con una descripción narrativa del crimen, el análisis de toda la evidencia que se ha hecho pública, el desarrollo de la investigación y finalmente la formulación y crítica de las hipótesis, pero finalmente he decidido producir algo más anárquico, probablemente más acorde con la naturaleza de este caso y de la investigación.
 
SE DESCUBRE UN CRIMEN


En la Alta Saboya, al este de Francia, cerca de las fronteras suiza e italiana, se encuentra el lago de Annecy, un importante enclave turístico en el que conviven los deportes acuáticos, montañas imponentes y pintorescas aldeas. Al sur del lago se encuentra Chevaline, un pequeño pueblo de poco más de 200 habitantes, similar a otros que hay por la zona, en los que conviven los naturales con extranjeros que han comprado casas como vivienda habitual o de veraneo.  
 
William Brett Martin

Uno de esos extranjeros era William Brett Martin, un instructor de aviación de 53 años, antiguo miembro de la R.A.F, que vivía con su familia en el sur de Inglaterra, y que estaba pasando unos días en la población de Lathuile, haciendo unos arreglos en la casa de veraneo. El miércoles 5 de septiembre de 2012 brillaba el sol y Martin decidió salir en bicicleta, eligiendo una ruta que ya conocía, al sur del lago. Poco después de las tres de la tarde dejó atrás Chevaline y se dispuso a comenzar un respetable ascenso (aproximadamente un 6 % de desnivel) de algo menos de 4 kilómetros por una estrecha carretera de montaña, que aunque asfaltada, está plagada de baches. La carretera se interna en un angosto valle y discurre paralela al río, rodeada de frondosos bosques, proporcionando un paisaje hermoso, salvaje y solitario. A la salida de Chevaline fue adelantado con facilidad por otro ciclista, y se fijó en él debido a que iba en una cara bicicleta de carreras, que Martin no consideró demasiado adecuada para la carretera en mal estado por la que circulaban. Más adelante fue sobrepasado por un coche grande y oscuro, y poco después se cruzó con una moto que venía en sentido contrario. No vio a nadie más.

Vista sobre el lago. En el círculo amarillo, Chevaline. Punto rojo, lugar aproximado donde se cometió el crimen.

Sobre las 15:35 o 15:40 horas llegó a un lugar conocido como Le Martinet, que es el final de la ruta en bicicleta, y donde no hay más que un panel informativo con un gran mapa y un pequeño aparcamiento para coches, que se suele utilizar para dejar allí los vehículos y comenzar rutas a pie. Unos pocos metros más allá la carretera gira casi 180º a la izquierda y poco después se vuelve intransitable. Justo en la curva comienza un camino sin asfaltar que sigue hacia el sur. Lo primero que observó Martin cuando se acercaba fue una bicicleta en la carretera, y supuso que el ciclista que le había adelantado estaba tomándose un descanso. Entonces vio a una niña dando tumbos, y aunque al principio creyó que estaba jugando, pronto se dio cuenta de que algo andaba mal. La niña se cayó al borde de la carretera, y Martin pudo ver que estaba cubierta de sangre. A la izquierda, en el aparcamiento, había un vehículo con matrícula británica atascado y con las ruedas traseras girando y patinando sobre la tierra en un pequeño montículo, haciendo bastante ruido y provocando un penetrante olor a motor recalentado. Muy cerca, delante del coche, había un hombre en el suelo, al que reconoció como el ciclista que lo había adelantado. A Martin toda la situación le hizo suponer que había tenido lugar un accidente de tráfico.

 
La niña, que perdía y recuperaba la consciencia, estaba justo delante del coche, y Martin temió que este saliera de su atasco y la arrollara, así que la levantó y la colocó en lugar seguro. Después apartó al ciclista, que estaba casi bajo una de las ruedas del vehículo, y le dio la impresión de que estaba muerto. Una vez puestos a salvo la niña y el ciclista se dirigió hacia el coche, y pudo ver en su interior a varias personas inmóviles. Había agujeros en lunas y ventanillas, y Martin empezó a preguntarse si realmente estaba ante una accidente. Como la puerta estaba cerrada, con el seguro interior puesto, rompió la ventanilla e introdujo su mano para apagar el contacto. Entonces pudo confirmar que no estaba ante ningún accidente, ya que dentro había tres personas muertas, un hombre al volante y dos mujeres detrás, y todos tenían disparos en la cabeza.
 
En ese momento Brett Martin comenzó a temer por su seguridad. Si el asesino todavía estaba por la zona él podría ser la siguiente víctima. Intentó llamar por teléfono pero su móvil no tenía cobertura, así que tras colocar a la niña herida en posición de seguridad se subió a su bicicleta y comenzó un rápido descenso para pedir ayuda. No tuvo que pedalear mucho, ya que apenas 200 o 300 metros más abajo se encontró con un hombre y dos mujeres, franceses, en un coche, y en parte chapurreando francés y en parte por señas les indicó que algo había ocurrido, y consiguió que lo acompañaran de vuelta al lugar del crimen. Allí estuvo a punto de ser agredido por uno de los excursionistas, suponiendo este que el inglés tenía algo que ver con la muerte de las personas en el coche con matrícula británica. Afortunadamente, Martín pudo convencerlo de que no tenía nada que ver con el crimen, y finalmente solicitaron ayuda con el móvil de uno de los franceses. Llegó primero la asistencia médica y un equipo de bomberos, y poco después la policía. 
 
La niña, que perdía y recuperaba la consciencia, fue traslada al hospital, y los agentes comenzaron a buscar pistas por los alrededores. El ciclista estaba muerto, y un doctor comprobó (o más probablemente lo dedujo por su apariencia) rápidamente que los tres ocupantes del vehículo también lo estaban, así que para no correr el riesgo de destruir pruebas decidieron no tocar nada y esperar a que llegara un equipo especializado desde París. Mientras aguardaban, los agentes acordonaron e inspeccionaron el lugar. Se utilizó un helicóptero equipado con sensores de temperatura para rastrear los alrededores y detectó señales en el coche, pero se interpretó como el calor residual de los cadáveres. Casi a medianoche, cuando por fin llegó el equipo especial y se abrieron las puertas del coche, se llevaron una gran sorpresa al ver como una niña de cuatro años salía de su escondite, entre el equipaje y las faldas de una de las mujeres muertas. Se había escondido nada más comenzar el tiroteo y la aterrorizada pequeña había pasado más de ocho horas oculta.
 
El crimen fue noticia en toda Europa, y recibió bastante atención de la prensa durante unas semanas. Las víctimas eran una familia británica y un ciclista francés. Saad Al-Hilli era un ingeniero mecánico de 50 años, de origen iraquí, residente en Claygate, condado de Surrey, al suroeste de Londres, y se encontraba en Francia de vacaciones con su familia: Su mujer, Iqbal, una técnico dentista de 47 años, y las dos hijas del matrimonio Zainab (7 años) y Zeena (4 años). Les acompañaba la madre de Iqbal, Suhaila Al-Allaf (74 años), ciudadana sueca. El ciclista francés era Sylvain Mollier, de 45 años, que vivía a unos kilómetros del lugar, en la localidad de Ugine. El origen iraquí de Saad añadía un toque inquietante al caso, y nada más publicarse que  trabajaba en una empresa que se dedicaba a diseñar satélites se dispararon los rumores y las especulaciones. 
 
La familia Al-Hilli se había alojado en la caravana familiar, que estaba instalada en el camping Le Solitaire, a unos kilómetros del lugar del crimen. Esa mañana habían visto por allí a las dos mujeres y a las niñas recogiendo manzanas, y en algún momento al comienzo de la tarde salieron del camping en el BMW familiar, para lo que todo parecía que era una excursión por la zona. Se encontró una foto tomada en un pueblo cercano, seguramente por la suegra de Saad, a las 15:17 horas, apenas 15 o 20 minutos antes de los crímenes. La familia aparece sonriente y despreocupada.
La última foto de la familia Al-Hilli
 
Las primeras hipótesis de las que se hizo eco la prensa, y alentadas con entusiasmo por Maillaud y los investigadores franceses, apuntaban a que por alguna razón alguien quería matar a Saad, y que su familia y Sylvain Mollier habrían sido víctimas colaterales. Pero según pasaban las semanas sin avances comenzaron a a plantearse alternativas. Tal vez había sido el ciclista francés la víctima buscada, se planteó en la prensa y en los foros de internet, y los Al-Hilli las víctimas colaterales. Cuando la investigación se estancó, se reportó que los investigadores consideraron que tal vez estaban ante el crimen de un loco, un psicópata que había matado al azar. 
 
 
INVESTIGACIÓN INICIAL
 
 

Los primeros pasos de la investigación, que llegó a ocupar a 80 agentes, fueron un tanto caóticos, y estuvieron plagados de errores. Ya se comenzó mal, estableciendo un perímetro de seguridad inadecuado, demasiado reducido, como se puede ver en las fotos aéreas. Era inevitable que sanitarios y bomberos, que llegaron antes que la policía, contaminaran en alguna medida el lugar, pero los investigadores cometieron un grave error al permitir el acceso de la prensa al lugar del crimen la mañana del 7 de septiembre. Se pudo presenciar por televisión el penoso espectáculo de una veintena de periodistas fotografiando, tocando y probablemente pisando rastros de sangre y cristales del vehículo. Poco después se volvió a cerrar la zona, seguramente cuando alguien hizo notar a los investigadores que todavía quedaban muchas pruebas en el lugar, pero demasiado tarde. Todas y cada una de las manchas de sangre deberían haberse recogido y procesado, y fue un grave error no hacerlo. Se formó un equipo conjunto de investigadores franceses y británicos, pero da la impresión de que nunca llegó a funcionar bien, y que las diferencias de criterio y forma de investigar entre los dos grupos aparecieron enseguida.

Periodistas en la escena del crimen. A la derecha, una mancha de sangre en una piedra.

Se encontró ADN en uno de los elementos hallados en el lugar del crimen (uno de los casquillos o los restos de la culata de la pistola), que hizo concebir muchas esperanzas a los investigadores, pero resultó que pertenecía a uno de los expertos del equipo de análisis criminalístico, que había tocado el elemento con las manos desnudas. Sí, el mismo equipo de élite cuya llegada se había esperado pacientemente durante 8 horas. Algunos de los habitantes de Chevaline, que podían ser testigos importantes, fueron entrevistados por la prensa antes que por la policía. El que a los agentes se les hubiera pasado por alto durante varias horas la niña escondida dentro del coche provocó bastantes críticas, y algunas burlas.

 
 

 

 
VACACIONES
 
Coche y caravana de la familia

Los miembros de la familia Al-Hilli, con su coche y su caravana, habían tomado el ferry desde Dover a Calais el 29 de agosto, y habían pasado los tres días siguientes viajando lentamente por Francia hacia la zona de Annecy. Tenían un billete de regreso en el ferry para el día 7 de septiembre. A algunos les ha extrañado el que Saad se llevara a su familia de vacaciones justo en el momento del comienzo del curso escolar. De hecho, Saad y su esposa tuvieron que solicitar permiso en el colegio para que Zainab pudiera comenzar las clases unos días después que el resto. La explicación es el trabajo de Saad como freelance, que no permitía una planificación laboral del tipo habitual. Llevaba unos meses con mucho trabajo, muy agobiado por cuestiones laborales y por un conflicto con su hermano Zaid, y decidió pasar algo más de una semana de vacaciones en Francia con su familia. Había estado otras veces en la zona del lago Annecy, y también en otras partes de Francia, e incluso había comprado hacía años una casa en la Gironda para rehabilitarla, aunque desde que se había casado apenas había trabajado en ella y todavía no era habitable. 

 
Se alojaron primero en un camping, y tras un par de días se cambiaron a otro. Eso ha hecho sospechar que pudo ocurrir algo en ese primer camping, o que tal vez Saad sintió que él o su familia corrían peligro allí y decidió marcharse. Se dijo también que un misterioso hombre, que podría proceder de Los Balcanes, habría sido visto rondando por el camping y hablando o discutiendo con Saad. Más allá de los rumores, lo cierto es que no se encontró nada sospechoso, y el camping al que se cambiaron estaba apenas a dos kilómetros del primero, lo que sería absurdo si hubiesen notado algún peligro. Además, Saad le había contado a un amigo que tan solo había reservado online el primer día en el camping, para tener la libertad de moverse y cambiar una vez estuviera en la zona. Es decir, la posibilidad de cambiar de camping ya estaba prevista antes de partir hacia Francia. 
 
EL ARMA DEL CRIMEN
 
Luger

Había varios elementos en el crimen que llamaban la atención, sobre todo el arma utilizada. Se encontraron 21 casquillos de bala, y 17 balas habían impactado en alguna de las víctimas. Se hallaron restos ensangrentados de la culata de una pistola, y la sangre era de Zainab, lo que indicaba que habían golpeado a la niña con el arma, y probablemente esta se había roto durante la agresión. Los restos eran de una pistola semiautomática, una Luger P06 7.65mm Parabellum, y este modelo en concreto había sido utilizado por el ejército suizo en los años treinta del siglo XX. Parecía una pistola más propia de un coleccionista que de un asesino. Como el cargador de este tipo de Luger contiene 8 balas y se habían encontrado 21 casquillos, el asesino tendría que haber cambiado dos veces el cargador y todavía sobrarían 3 balas. Eso podría indicar que el arma se le pudo encasquillar o romper, y por eso habría golpeado a Zainab con la culata del arma. 

 
Con tambor de 32 balas

Pero parece ser que algunos antiguos miembros del ejército suizo han contado a los investigadores que una forma de evitar el deterioro de la Luger era extraer una bala de cada cargador y utilizarlos con tan solo siete cada uno. Eso daría 3 cargadores= 21 balas, lo que podría indicar que Zainab fue golpeada en la cabeza porque el asesino se quedó sin munición. Algunos expertos comentaron la posibilidad de acoplarle un tambor de hasta 32 balas, lo que daría un arma bastante aparatosa y menos precisa, pero más capacidad de disparar sin recarga. 

 
Sylvain Mollier recibió cinco disparos, Saad e Iqbal, cuatro cada uno, Suhaila, tres, y Zainab uno. Cuatro disparos no impactaron en ningún objetivo. Eric Maillaud encuentra muy significativo que ni una sola de las balas impactara en la parte metálica del coche, y que todos los disparos llegaran a las víctimas de la familia a través de los cristales de las ventanillas. Eso podría indicar que el asesino era alguien muy experto, un verdadero profesional, pero otros se preguntan si un verdadero profesional había utilizado una pistola con más de 80 años de antigüedad, más apropiada para un museo. 
 
Pese a que se ha dicho lo contrario, no es posible saber a quien dispararon primero, pero Maillaud sí ha confirmado que al menos Mollier fue herido antes de que el BMW de Saad lo atropellara, seguramente porque se halló su sangre en los bajos del coche, y de alguna manera se dedujo que esta no había llegado allí a causa del atropello.
 
HIPÓTESIS

A lo largo de estos años se han multiplicado las hipótesis sobre lo sucedido, razonables unas, fantásticas la mayoría. Algunas se plantean, se olvidan y resurgen de nuevo, mientras que otras aparecieron meses o años después del crimen. Podemos clasificar esas hipótesis en razón de quien podría ser el objetivo del crimen.
 
OBJETIVO: SAAD AL-HILLI
 
Relación con Iraq
 
Kadhem, el padre de Saad, había sido un próspero hombre de negocios que había abandonado Irak décadas atrás, y se conjeturó con que pudiese tener alguna relación con unos supuestos fondos de Sadam Hussein, pero esa fantástica teoría no tenía nada que la sostuviera y resulta de lo más improbable. Kadhem, un chií, se había marchado de Irak debido a que la policía secreta del gobernante Baaz había torturado a un familiar cercano, y aunque más tarde regresó varias veces por negocios, nunca fue cercano al régimen, y por tanto, nunca se le habrían entregado fondos de ningún tipo. Saad, que había llegado de niño a Gran Bretaña, había estado en Bagdag tras la caída de Sadam para averiguar la situación de las propiedades de la familia, pero una casa que tenían allí estaba ocupada por otra familia, e incluso sufrió una agresión cuando intentó reclamarla, y se tuvo que marchar de forma apresurada. Aunque la situación de inseguridad en Irak ha hecho imposible una investigación más a fondo, no hay ni un solo indicio que relacione el crimen con ese país. Saad no había regresado allí desde hacía varios años.
 
Relación con su trabajo
 
Se publicó que Saad trabajaba en desarrollo de software para satélites y aviones, y se aventuró que se podría estar ante un caso de espionaje industrial, de venta de información, con incluso la participación de servicios secretos (C.I.A, Mosad, etc.). Sin embargo, no parece que su trabajo fuese tan importante y no hay ningún indicio de que haya nada extraño en ello. Trabajaba en diseño 3D como ingeniero freelance, cobrando por proyecto, y no había nada particularmente misterioso en lo que hacía. Ni tenía acceso a secretos, ni hay nada en su vida que indique alguna actividad en este sentido. Sus amigos y familiares descartan por completo, de forma unánime, que el parlanchín Saad estuviera mezclado en algún tipo de espionaje o similar. A uno de sus amigos, entrevistado para el documental de Panorama, se le escapó la risa ante la sugerencia de que Saad pudiera estar implicado en algún asunto de espías.
 
 
Relación con la herencia familiar
 
Zaid Al-Hilli, hermano mayor de Saad

Se contó que Saad estaba enfrentado a Zaid, su hermano mayor, por la herencia de su padre. Kadhem había fallecido hacía poco en el sur de España, y Zaid, según se dijo, habría maniobrado para intentar arrebatar a su hermano la herencia e intentado acceder a una cuenta suiza donde el padre guardaba sus ahorros. Se planteó que Zaid podría haber encargado el crimen de su hermano y su familia para quedarse con toda toda la herencia. Esta hipótesis tiene más fundamento que las dos anteriores, y fue la preferida de Eric Maillaud, así que se discutirá más adelante. 

 
 

OBJETIVO: SYLVAIN MOLLIER
 
Relación con su trabajo
 
Se dijo que Sylvain trabajaba en la industria nuclear, lo que añadía un elemento misterioso (sobre todo si se suma al supuesto trabajo con satélites de Saad) y dio lugar a muchas especulaciones. Pero lo cierto es que Sylvain no era un científico ni un ingeniero, era un trabajador manual, un soldador, en una empresa que fabricaba componentes para centrales nucleares. Además, en el momento de su muerte ni siquiera trabajaba, ya que acababa de pedir una excedencia para cuidar de su hijo recién nacido. Se conjeturó sobre un posible espionaje, que parece más improbable todavía que en el caso de Saad.
 
Vida personal
 
Sylvain Mollier, según
la prensa.

Divorciado, mantenía en ese momento una relación sentimental con Claire, una mujer de Ugine, y la bien conectada y acomodada familia de esta mujer, que no vería con buenos ojos esa relación, podría tener algo que ver con su muerte. La familia estaría preocupada de que Mollier pretendiese vivir de su novia, con la que acababa de tener un hijo. El que hubiese dejado de trabajar para cuidar al niño no haría más que aumentar esos temores, ya que al parecer estaba por medio un próspero negocio farmacéutico. Esta hipótesis también será tratada más adelante. 

 
¿Alguna venganza de algún marido despechado? Algunos rumorearon que Sylvain era un donjuán, y tal vez había alguien esperando para ajustarle las cuentas. Pero Eric Maillaud ha señalado que si alguien quería vengarse de alguna afrenta de ese estilo habría esperado mucho, ya que no se pudo encontrar que Mollier hubiera tenido ninguna otra relación desde que estaba con Claire, un par de años antes.

De todos modos, ni la famlia ni los amigos ni los compañeros de trabajo de Mollier han querido hablar con la prensa, así que se conocen muy pocas cosas de su vida.

 
 
OBJETIVO: AL  AZAR
 
El crimen habría sido cometido por algún “loco”, un psicópata que habría elegido a sus víctimas al azar. Se investigaron casos que podrían ser similares, se investigó en psiquiátricos, y se hicieron más pesquisas, pero ante la falta de indicios se abandonó esa hipótesis. Una variante es la que relacionaba este crimen con el del belga Xavier Baligant, ocurrido un año antes en el norte de Francia, y se propuso que tal vez se estaba ante un psicópata que atacaba a turistas. Los investigadores franceses rechazaron rápidamente esta teoría, aunque la posible relación entre ambos crímenes cuenta con algunos argumentos interesantes.
 
OTROS OBJETIVOS
 
Jimmy Thompson

Con el paso del tiempo se han ido proponiendo nuevas teorías sobre quien podría ser el objetivo. Se dijo que un hijo que tenía problemas mentales podría haber querido matar a Suhaila Al-Allaf, la suegra de Saad. Se exploró también la posibilidad de que Iqbal, la esposa de Saad, pudiera ser la víctima elegida. Se intentó proponer que podría haber tenido una doble vida, ya que se descubrió que se había casado una primera vez durante una breve temporada que pasó en Estados Unidos, y no está claro si Saad estaba al tanto de ese matrimonio. Parry estudió ese tema en profundidad para su libro, y todo parece indicar que se trató de un matrimonio de conveniencia, con el que ella trataba de conseguir un permiso de residencia en el país, mientras que para el marido tal vez había una contraprestación económica, o incluso nada, posiblemente lo hizo para ayudarla, porque le caía bien. James Jimmy Thompson e Iqbal (por esa época se hacía llamar Kelly) se casaron en Mississipi en 1999 y se separaron de forma amistosa tras unos pocos meses. Parece ser que no llevaron vida de casados y que dormían en camas separadas, aunque las fotos demuestran que había cierta complicidad, incluso física, entre ellos. Un hijo de Thompson, de un anterior matrimonio, que por aquella época tenía 15 años, ha afirmado: La relación entre mi padre y Kelly no era sexual. Nunca se habló de ello, pero siendo un adolescente te das cuenta de esa clase de cosas.

Thompson e Iqbal durante su breve matrimonio

Sin embargo, hay una gran casualidad relacionada con este primer matrimonio de Iqbal que intriga a mucha gente y hace las delicias de los que gustan de las conspiraciones. Resulta que Jimmy Thompson murió de un ataque al corazón en Natchez, Mississipi, exactamente el mismo día que ella era asesinada con su familia en Francia. Se ha dicho que los investigadores franceses han solicitado la exhumación del cadáver para comprobar que no hay nada extraño, pero no se ha hecho, sin que esté claro si por la negativa de las autoridades o de la familia, o porque en realidad nadie lo ha solicitado. Thompson, de 60 años, cayó muerto mientras conducía, el 5 de septiembre de 2012, y en aquel momento nadie sospechó nada extraño. Tenía sobrepeso, una dieta poco sana, era fumador, y tenía la tensión arterial por las nubes. Se había sentido enfermo todo el día y poco antes de morir dijo que sentía náuseas y que le dolía el pecho y un brazo. Un ataque al corazón, y una casualidad, es la explicación más probable. Murió sobre las 3 de la tarde, casi a la misma hora que su ex, pero eso es debido a la diferencia horaria, y en realidad murió unas 7 horas más tarde que ella. No habría podido enterarse de ninguna manera de lo ocurrido en Francia, ya que los nombres de las víctimas no se hicieron públicos hasta el día siguiente, y en ese momento ni siquiera se había encontrado a Zeena. 

 
OTRAS HIPÓTESIS
 
Se consideraron algunas otras posibilidades, aunque ninguna parece encajar bien con los datos conocidos. Por ejemplo, se dijo que todo podría haber sido un intento de robo de un vehículo que salió mal, pero no parece muy probable, ya que ni el lugar, ni el arma utilizada, ni el número de disparos, ni la situación parecen favorecer esa hipótesis. Otra opción es un error de identificación, tal vez el asesino quería matar a otras personas y se equivocó. Aunque esta hipótesis no se puede descartar (y veremos más adelante el porqué), si un asesinato en ese lugar ya resulta bastante raro, una confusión sobre el mismo sería doblemente extraño. 
 
La confusión de identidad podría ser una explicación más sólida si suponemos que no había ningún asesinato previsto. Alguna persona podría haberse sentido amenazada, tal vez suponiendo que su vida corría peligro, ante la aparición del BMW o del ciclista. Tal vez algún enemigo o alguien que el asesino suponía le quería matar tenía un BMW similar, y tras ver a uno llegando a donde estaba, le entró el pánico y comenzó a disparar. En contra está el hecho de que un ciclista o un hombre y una niña no parecen demasiado amenazadores, aunque tal vez el asesino sufría alucinaciones, o estaba bajo el efecto de alguna droga que le hacía ver cosas que no existían.
 
DESARROLLO DEL CRIMEN
 
En cuanto a lo que ocurrió esa tarde, se puede aventurar una reconstrucción con bastante fundamento gracias a los datos recopilados en el escenario del crimen y a algunos testimonios. La pequeña Zeena, de cuatro años, no pudo colaborar, ya que se había ocultado nada más comenzar los disparos y no pudo ver nada, aunque dijo haber oído ruidos y gritos. Zainab, de siete años, que se recuperó de sus graves heridas tras unos días en coma, tampoco pudo aportar mucho, pero lo poco que pudo decir fue bastante importante. Los investigadores estaban bastante intrigados porque el resto de la familia estuviese dentro del coche cerrado (con el seguro de las puertas activado), mientras Zainab fue hallada en el exterior. Lo poco que aclaró esta fue que había visto a un solo hombre (el hombre malo) y que ella y su padre estaban fuera del coche cuando empezó el tiroteo, que su padre le ordenó que subiera al coche, pero que no pudo llegar. Con ese dato, los lugares donde se hallaron los casquillos, cristales de las ventanillas, las manchas de sangre y las heridas de las víctimas, se pudo aventurar lo siguiente:
 
Vista general del lugar del crimen.

Saad Al-Hilli aparcó su vehículo en el extremo sur del pequeño parking y él y su hija Zainab salieron del coche, mientras el resto de la familia permanecía dentro. El asesino vino desde el sur, desde la dirección contraria desde la que ellos habían llegado, y cuando comenzó a disparar, desde unos pocos metros de distancia,  Sylvain Mollier estaba con su bicicleta en el borde de la carretera, muy cerca de Saad y Zainab. Es posible que estuvieran charlando, o que el ciclista se parara a preguntarles algo, o al revés. Cuando comenzó el tiroteo al menos una bala alcanzó a Mollier, que cayó al suelo, y probablemente fue en este momento cuando Zainab fue alcanzada por una bala en el hombro. Saad intentó arrastrar a su hija hacia el coche, pero esta no pudo llegar, posiblemente porque estaba herida. Es muy probable que un impacto de bala que Saad tenía en la espalda se produjera en ese momento también, mientras estaba parado fuera o mientras corría hacía al coche. Presa del pánico, Saad subió a su BMW con cambio automático, puso el seguro para bloquear las puertas, metió la marcha atrás y aceleró para intentar colocar su vehículo en posición de dirigirse hacia el norte. El giro fue tan violento que (probablemente) dejó la marca en el terreno visible en las fotos, y en su trayecto arrolló a Mollier, que estaba caído en el suelo, arrastrándolo con el paragolpes.

Una buena vista de la escena del crimen, con los invesgiadores a punto de llevarse el coche. Este está oculto por
los árboles, abajo a la izquierda.

 

Justo cuando el vehículo, tras recorrer el semicírculo completo, estaba en el punto final de su marcha atrás y tan solo quedaba meter la directa y huir,  Saad fue alcanzado por una bala en la cabeza y se desplomó sobre el volante, mientras su pie seguía sobre el acelerador. El vehículo quedó atascado en un pequeño montículo con tierra, con la marcha atrás metida y las ruedas girando. El asesino, que no había dejado de disparar, se acercó y disparó a través de las ventanillas un tiro en la cabezas de Iqbal y su madre. Para asegurarse, les disparo otro tiro en la cabeza a los tres. La pequeña Zeena se había ocultado bajo las faldas de una de las mujeres, y escapó a la atención del criminal. Este, una vez muertos los ocupantes del vehículo, volvió a disparar a Mollier, que posiblemente ya no estaba vivo. Cuando le iba a tocar el turno a Zainab, algo ocurrió. Posiblemente se quedó sin munición, o se atascó el arma y el asesino optó por golpear a la niña en la cabeza con la pistola con gran violencia, dejándola seguramente por muerta. Se encontraron trozos de la culata del arma con sangre de Zainab, así que probablemente la pistola se rompió durante la agresión. Después, el criminal se marchó, sin que esté claro como y por donde lo hizo. Los investigadores creían que podía ser el motorista que se había cruzado con Brett Martin poco antes de que este llegara al lugar del crimen, pero podría haber escapado en coche, o incluso a pie. Vean a continuación distintas representaciones aparecidas en prensa de como pudo haberse desarrollado el crimen.

 

La versión española, del diario El País.

 

 
Aunque faltan muchos elementos para poder realizar una reconstrucción precisa, este es, a grandes rasgos, el desarrollo más probable de los acontecimientos. Algunas suposiciones alternativas que se han propuesto no tienen demasiado fundamento y no encajan bien con los datos conocidos. Por ejemplo, Parry conjetura en su libro que Mollier podría haber llegado cuando el ataque contra los Al-Hilli ya estaba en marcha, pero es muy improbable. Martin pudo ver la bicicleta de Mollier desde bastante lejos, ya que hay una buena visibilidad. Observen la panorámica que se tiene desde unos 90 metros de distancia (recordemos que hay pendiente hacia arriba), con una perfecta visión del cartel anunciador, muy cerca de donde se dijo que aparecieron los casquillos de los primeros disparos, al borde de la carretera, e incluso de la parte trasera de dos coches aparcados. Mollier nunca habría llegado hasta el lugar si hubiera visto a alguien disparando, También sabemos que no pudo llegar una vez finalizado el ataque, ya que fue arrollado por el coche de Saad en su desesperado intento de huida.
Vista desde unos 90 metros de distancia.
La hipótesis contraria, que también se ha propuesto, que la familia llegara cuando el ataque contra Mollier estaba en marcha tampoco se sostiene. Se ha dicho, por ejemplo, que los Al-Hilli podrían haber visto al ciclista en el suelo y que podrían haber tratado de ayudarlo, suponiendo un accidente, pero no es posible. Mollier cayó inicialmente en un lugar que estaba en la trayectoria del vehículo familiar, que lo arrastró al dar marcha atrás, y por tanto, tendrían que haber pasado por encima de él para aparcar. De haber llegado ellos y encontrar a Mollier en el suelo, habrían aparcado en cualquier otro lugar, y tenían todo el parking a su disposición. 
 
Parece bastante seguro que Mollier ya estaba allí cuando comenzaron los disparos o que llegó justo en ese instante. Todos definen a Saad como un tipo muy extrovertido y parlanchín, que comenzaba conversaciones con cualquiera, y además le encantaban las bicicletas, así que a sus amigos no les parece nada raro que al ver la cara bicicleta de Mollier intentara entablar algún tipo de conversación chapurreando en francés. Posiblemente Saad y su hija habían salido del coche para leer lo que ponía en el cartel que hay en el pequeño aparcamiento, o para que la niña diera un corto paseo o viera el río, mientras el resto de la familia habría preferido esperar en el vehículo. Mollier podría haberse parado al ver el cartel, considerando tal vez que había completado la subida, y estaba descansando unos segundos antes de comenzar el regreso. Había recibido una llamada de su ex mujer muy poco antes, y le había dicho que le devolvería la llamada al llegar arriba, lo que podría indicar que conocía ya esa ruta. Tal vez paró para llamarla, o tal vez estaba hablando con Saad y su hija o, simplemente, estaban cada uno a lo suyo, a unos pocos metros unos de otros.
¿Bicicleta de Mollier?

En algunas fotografías del lugar del crimen se puede ver lo que parece una bicicleta en la hierba del lado derecho, en parte fuera de la carretera, unos cuantos metros más adelante del lugar donde estaba aparcado el BMW. Se ha planteado que podría ser la bicicleta de Mollier, y que ese fue el lugar donde se encontró. Otros opinan que no es una bicicleta lo que se ve, sino algún rollo de cinta o algo similar. Si realmente es la bicicleta de Mollier, lo más probable es que la policía la colocara allí para que no molestara, ya que originalmente estaría en la carretera, hacia el lado izquierdo, y estorbaría el tránsito de vehículos. De haber sido ese lugar donde se halló inicialmente, podría cambiar la interpretación sobre los sucesos, ya que estaría a la altura del lugar donde supuestamente comenzaron los disparos y a unos cuantos metros de donde Mollier cayó al suelo. Eso podría indicar que Mollier habría pasado el parking, que habría visto llegar al asesino con el arma, y que habría soltado la bicicleta y echado a correr hacia donde estaban el hombre y la niña, siendo alcanzado allí.  El lugar donde se puede ver la bicicleta solo sería compatible con la reconstrucción de los hechos planteada aquí si los primeros disparos hubieran comenzado unos pocos metros más atrás, al sur de la bicicleta. 

 
Martin no aclaró el lugar donde vio la bicicleta, y de sus distintas entrevistas se pueden extraer distintas conclusiones, aunque en mi opinión, la interpretación más probable es que la vio en la carretera, cerca del parking, hacia el lado izquierdo.
 
Aunque no hubo testigos presenciales del crimen (salvo Zainab), algunas declaraciones resultan determinantes para intentar averiguar lo ocurrido. Se analizarán a continuación, junto con tiempo y espacio, hora y lugar del crimen, que deberían ser los fundamentales de cualquier investigación.
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Próximamente

-El enigma de los Alpes (II): Testigos y sospechosos.
-El enigma de los Alpes (III y final): Una investigación fallida.

 
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FUENTES  

Al final de la última entrada de la serie.