El asesinato de Sheila Barrero (II): Pruebas, ¿qué pruebas?

INTRODUCCIÓN

En la primera parte se ha mostrado el enorme conjunto de errores que plagan toda la investigación, y se han tratado con detalle algunos de ellos. Se ha prestado especial atención a todo lo relativo a los residuos de disparo, porque la acusación siempre ha afirmado que es la principal prueba contra la persona a la que acusaban, y creo que se ha logrado evidenciar su inconsistencia. En esta segunda parte vamos a tratar el resto de lo que se pretende que acusa a Borja. En vez de presentar un tratamiento temático, que es lo más frecuente, propondré un tratamiento más bien cronológico, aunque no estricto, y lo haré porque la cronología es importante en este caso. Las supuestas pruebas o evidencias no se presentaron a la vez y, de hecho, dos de ellas, la fibra azul y la supuesta existencia de una pistola, no se presentaron hasta después de la detención. Una de ellas unos días más tarde, y la otra, la fibra, tres años después.

En realidad, los residuos de disparo fueron la única evidencia con la que se detuvo a Borja. El resto del informe resulta bastante confuso, porque es un quiero y no puedo, un conjunto de testimonios aislados y sin contexto claro, en los que se trata de mostrar que Borja y Sheila no se llevaban bien, y que de ahí podría venir el motivo para el crimen. Divagaciones y conjeturas deslavazadas que no acaban llevando a ningún sitio, ni cristalizan en una hipótesis consistente y coherente. Por último, a falta de testigos que vieran a Borja en el lugar del crimen o cerca de allí, o en realidad en ningún sitio, intentan poner en duda que estuviese en el domicilio familiar esa noche, como siempre afirmaron él y su familia. Lo intentan de forma indirecta, planteando que tal vez sus padres no estuvieran ese fin de semana en Villablino. Dicen los investigadores que no pueden demostrar ni una cosa ni otra, algo sorprendente. Como veremos, prácticamente logran demostrar que sí estuvieron.

Quiero dejar claro que, en mi opinión, se procedió a la detención de Borja con una sola prueba y muchas suposiciones, casi todas tendenciosas. Por ejemplo, se considera un indicio que apunta a la culpabilidad de Borja el hecho de que no subiera la tarde del domingo a la Collada, el lugar donde apareció el coche con la víctima, y donde se reunieron muchos familiares y amigos de Sheila. Incluso se da a entender que fue prácticamente el único que no subió. Pues bien, de los 6 sospechosos iniciales a los que se efectuó la prueba de residuos, tan solo subió al lugar Teo, el antiguo novio de Sheila., que conocía a toda la familia de la víctima. Ninguno de los otros cinco subió, pero solo se considera sospechoso que no subiera Borja. No crean que esto es un suceso aislado, así funciona casi todo en este caso. De haber acusado a alguno de los otros, también se habría propuesto como indicio en contra que no hubiera subido, y se habría dado a entender que todos los demás si lo habían hecho.

También les parece un indicio que no acudiera al funeral de Sheila. En el pueblo había rumores sobre él y sobre Teo, y varios familiares de Borja temían que algún hermano o primo de Sheila, exaltados, intentaran agredirlo o hicieran una escena desagradable, y le aconsejaron que no fuera. Tampoco fueron otros conocidos de Sheila, pero la única ausencia que se considera sospechosa es la suya.

Otro indicio que se apunta es que en las semanas y meses siguientes al crimen Borja estuvo deprimido e incluso fue medicado. Él lo achaca a una serie de factores que se juntaron: La marcha de su novia tras las vacaciones; la muerte de Sheila; ser considerado sospechoso por la Guardia Civil: las murmuraciones y miradas de la gente: la presión en su casa por su incapacidad para sacarse el carné de conducir, y algunas cosas más. Unas venían de lejos y se juntaron con otras a raíz del asesinato de Sheila. Los investigadores insinúan algo más siniestro, aunque nunca concretan qué. Otros de los sospechosos también cambiaron sus costumbres y rutinas, y alguno incluso estaba prácticamente recluido en casa. Es probable que alguno más tomara medicación, aunque eso nunca se cuenta, por supuesto. Hay algunas cosas más de este tipo, pero el patrón es el mismo. Nimiedades, medias verdades e informaciones fuera de contexto.

Un último ejemplo. Se presenta como indicio que Borja no se comunicara con Coral, su novia de Barcelona, el día 24 de enero. Se considera muy sospechoso porque, dicen, se comunicaban continuamente, con una media de 7 u 8 contactos al día entre SMS y llamadas. Estaría pensando en otro asunto, le dicen a Garrido los investigadores, y como ya sospecharán ustedes, la realidad es bastante diferente. El día 20 de enero Coral y Borja SÍ intercambiaron llamadas y mensajes. Los días 21 y 22 de enero NO hubo ningún contacto entre ellos. El día 23 de enero SÍ contactaron, el 24 de enero NO contactaron, el 25 de enero SÍ. Como pueden ver, cada vez que se contrastan sus afirmaciones con los hechos los investigadores quedan en evidencia. Este es el tipo de indicios con el que pretendían convencer a jueces y fiscales. Vamos con el motivo.

El MOTIVO

El motivo que según los investigadores habría tenido Borja Vidal para asesinar a Sheila provoca embarazo y vergüenza entre quienes se sienten obligados a defender la versión policial. He visto algún programa de más de 50 minutos donde no se trata el posible motivo hasta los últimos 5 minutos, y lo despachan en apenas 30 segundos. En otros reportajes, artículos o documentales ni siquiera se trata, limitándose a decir que Borja y Sheila habían mantenido una relación, o que Borja era el ex novio de la víctima, como si eso lo explicara todo. El único que trata el tema con cierto detalle es Vicente Garrido. Ni siquiera la familia de Sheila acepta la motivación alegada, o al menos no la aceptaban antes. La hermana de Sheila ha dicho varias veces que no se cree esa versión, planteando que el móvil sería, en su opinión, un intento de agresión sexual. Me llama la atención que no extienda ese escepticismo al resto de la investigación policial, y que no se haga el planteamiento de que si esa hipótesis no resulta convincente, no ocurra lo mismo con el resto de las aseveraciones de los investigadores. Tampoco se explica como encajaría esa otra hipótesis con la persona a la que acusa de matar a su hermana.

Cuando se dice que Borja y Sheila habían mantenido una relación, no siempre se dice que había sido él quien la había roto. Garrido explica el contexto, aunque con bastantes errores y omisiones. Estos errores y omisiones, por cierto, parecen tener su origen en lo que le cuentan los investigadores de la UCO y en la documentación que le muestran. Por ejemplo, Garrido cita, entrecomillando, un informe en el que se afirma: Se tuvo conocimiento de que la relación entre Borja V y Coral finalizó al haber tenido conocimiento esta última, a través de una amiga, de que Borja V se estaba relacionando sentimentalmente con Sheila, camarera de pub de Villablino denominado Joe Team, hecho que pudiera haber tenido lugar sobre principios de diciembre de 2003. Y sigue con lo siguiente:

-El hecho de que Borja quisiera dejar de forma radical la relación con Sheila se debió a que se enteró de que Coral regresaría a Villablino para las fiestas navideñas.

-Borja estaba muy enamorado de Coral y quería seguir manteniendo la relación con ella.

-La relación entre Coral y Borja terminó completamente durante la Navidad, por las razones expuestas (se supone que se refiere a que Coral se enteró de la relación con Sheila)

-Tras la ruptura, Borja mostró una actitud muy distante y esquiva hacia Sheila, tal vez porque ella era la causa de su ruptura con Coral. A pesar de ello, Borja seguía visitando el pub Joe Team

También se suele plantear de otra forma, que en determinado momento Borja rompe la relación con Sheila porque en Navidad iba a venir su novia de Barcelona. Sheila entonces comienza a llamar por teléfono de forma insistente, sin que Borja responda al teléfono. Según los investigadores, agobiado por las llamadas de Sheila y por la llegada de su novia, Borja habría decidido asesinar a Sheila para eliminar la molestia y que no peligrase la relación con su novia.

La mayoría de lo que acaban de leer son falsedades, invenciones o interpretaciones torcidas, y además las motivaciones alegadas presentan inconsistencia temporal y lógica. No solo se presentan infundios, sino que estos se contradicen. ¿Cómo podría la inquietud por la llegada de su novia en diciembre de 2023 provocar el asesinato de Sheila el 25 de enero de 2024? ¿El motivo fue que venía su novia o que responsabilizaba a Sheila de la ruptura? El asunto de las llamadas resulta ridículo. Se intentó colar que un joven de 19 años decide cometer un crimen a sangre fría porque le agobiaba que una chica lo llamara unas cuantas veces por teléfono. Mi opinión es que es una simpleza que linda con la necedad. ¿Les extraña que provoque turbación entre los seguidores y glosadores de la investigación? Seguiría siendo una simpleza si hubiera una correlación temporal entre la alegada causa y el efecto, pero al menos la hipótesis tendría coherencia interna. Pero es que ni siquiera eso, porque como expone correctamente Garrido, las llamadas de Sheila a Borja cesaron por completo a mediados de diciembre de 2003, y el crimen se cometió el 25 de enero de 2004. En realidad, las llamadas insistentes tampoco fueron tantas y duraron apenas una semana. ¿Cómo pueden dos docenas de llamadas en una semana llevar a un asesinato a sangre fría más de un mes después?

Pero no hagan mucho caso, porque casi todo son invenciones. Ni Coral era la novia de Borja, ni se enteró por una amiga de la relación de Borja con Sheila, ni Borja se enteró a última hora de que Coral regresaba para las fiestas, ni rompieron por Navidad ni, por tanto, podía hacer responsable a Sheila de una ruptura que nunca existió. Voy a contarles algo que ningún defensor de la versión policial les contará, les voy a exponer la realidad de lo que se conoce de la relación de Borja con Sheila y con Coral. Se basa en lo declarado por Borja, Coral, algunos amigos, y para el caso de Sheila, lo que ella contó a otros, o vieron otros.

Coral era una chica de 17 años, nacida en Villager de Laciana, donde vivía Borja, pero que residía con su familia en Barcelona desde hacía años. Solía regresar a Villablino durante las vacaciones de verano, Semana Santa y Navidad. Mantuvo una relación con Borja durante el verano de 2003, y Borja se quedó prendado de ella. Mantuvieron durante una temporada una relación de ida y vuelta, sobre todo telefónica. Semanas después de su affaire veraniego, ella cortó el contacto desde Barcelona porque no se veían, y el estar constantemente con mensajes y llamadas la distraía para sus estudios. Pero Borja, que sabía desde hacia meses que regresaría por Navidad, tenía esperanzas de retomar la relación con ella entonces, cosa que efectivamente ocurrió. Coral volvió a dejarlo telefónicamente en marzo de 2004 por los mismos motivos que anteriormente, y retomaron la relación en abril de 2004, durante la Semana Santa, cuando ella regresó de nuevo a Villager. Ella rompió definitivamente la relación en mayo de 2004 porque se echó un novio en Barcelona. De todos modos, siguieron siendo amigos y manteniendo buena relación. De hecho, el día en que fue detenido Borja en Gijón, habían quedado él y un amigo con la novia de este y con Coral, que pasaba unos días en casa de un abuelo.

A principios de diciembre de 2003, cuando oficialmente no estaban juntos, Borja le envió un SMS a Coral contándole que estaba liado con la camarera del Joe Team. Ella no le contestó, pero le preguntó por teléfono a una amiga común, y esta le dijo que Borja y Sheila no estaban juntos, que algún día se liaban cuando él iba al pub, pero nada más. Ella le dijo a su amiga que no le importaba, porque al no estar en relación, él y ella podían hacer lo que quisieran. Una vez llegada Coral a Villager, Borja le dijo que había cortado la relación con Sheila porque quería retomar la relación con ella. Y precisamente eso ocurrió, a finales de diciembre de 2003. O sea, que Coral y Borja no solo no rompieron su relación durante las Navidades, sino que la retomaron. Se demuestra también que es rotundamente falso lo que se dice de que Borja no quería que Coral se enterase de su relación con Sheila, porque había sido él quien se lo había contado, y desmonta totalmente la hipótesis de los investigadores de un Borja inquieto por la visita de su “novia”. Solo con esto se puede tumbar toda la argumentación de los investigadores.

La relación entre Sheila y Borja había comenzado por iniciativa de ella el 19 de octubre de 2003. Ya se conocían y trataban como camarera-cliente, y cada vez hablaban más, pero ese día él la encontró llorando en el pasillo de los baños del Joe Team, y al preguntarle, ella le contó que había tenido un accidente de tráfico, y comenzó a besarlo. Desde ese momento, y durante unas pocas semanas, mantuvieron una relación más que superficial. Se besaban en el Joe Team, en algún otro pub tras finalizar ella su trabajo, y en algunas ocasiones ella lo llevó en su coche hasta casa, generalmente acompañados por otros. Besos y poco más. Salvo en el Joe Team y en otros pubs de Villablino al salir de trabajar, tan solo se habían visto una vez, un domingo por la tarde en una cafetería de Villablino para tomar un café. No hubo relaciones sexuales, declaró Borja, y no se encontró evidencia (las amigas de Sheila) que declararan lo contrario. Una relación de unas pocas horas cada fin de semana, sin compromiso y sin complicaciones. A Sheila le gustaba más Borja que ella a él, pero eso tampoco tiene nada de extraño, en casi todas las relaciones los hay más implicados que otros. Sin ir más lejos, y a modo de ejemplo cercano, a Borja le gustaba más Coral que él a ella.

Unas familiares de Borja le advirtieron contra la relación con Sheila, sobre todo porque consideraban que algunos familiares de ella eran violentos, y se habían visto implicados en algunos incidentes. Además, Sheila intentó convencer a Borja para hacer un viaje juntos, al parecer un crucero. Debido a su trabajo tenía acceso a ofertas de viajes a precios muy baratos, y ya había hecho un viaje de ese tipo a la República Dominicana con un amigo de Gijón. Pero Borja tenía tres años menos que ella, y se asustó un poco. Consideraba que no se conocían apenas, y no entendía el ofrecimiento, le parecía demasiado para una relación del tipo de la que mantenían.

Estos factores tal vez pudieron tener cierta influencia, pero fue sobre todo el deseo de Borja de retomar la relación con Coral el detonante de la ruptura, que no efectuó directamente. En vez de hablar con Sheila y explicar la situación, dejó de cogerle el teléfono y de responder a sus mensajes y, provisionalmente, de ir al Joe Team. Eso ocurrió aproximadamente a partir del puente de la Constitución de 2003. Ella no entendía ese brusco desapego, sin motivo, y comenzó a llamarlo de forma insistente, sin respuesta, y tampoco había respuesta a sus mensajes. Lo intentó en el teléfono de casa, pero al parecer la madre de Borja le dijo que este no se iba a poner. Incluso le pidió a una de sus amigas que lo llamara ella desde su teléfono, pero sin éxito. ¡Para un chico que me gusta de verdad!, le dijo a su amiga, decepcionada. Finalmente, a mediados de diciembre asumió la situación y dejó de intentar contactar con Borja.

Borja regresó por el Joe Team y, según contó a los investigadores, inicialmente la relación entre los dos no era mala. ¿Cómo acabó entonces en una situación en la que se limitaban a saludarse, ella le dejo de servir copas y él se las pedía al pinchadiscos o al dueño del pub, según declararon varios testigos? Posiblemente por una serie de malentendidos que se fueron encadenando. Al parecer, todo comenzó a estropearse durante las Navidades, cuando una noche Borja y Coral comenzaron a besarse en el Joe Team delante de Sheila. Al parecer, esta no se lo tomó bien y, molesta, arrojó de forma despectiva (o eso se interpretó) encima de la barra, la vuelta de la compra de un paquete de tabaco. Al parecer, también se negó a servirle una copa. Entonces él comenzó a ignorarla y pedirle las copas del pinchadiscos o al dueño, lo que ella encontraba humillante.

Hay testimonios contradictorios, ya que algunos testigos dicen que Sheila se negaba a servirle a Borja, mientras que otros dicen que era Borja quien no se las pedía a ella. Más allá de un enfado puntual de un día, ella no podía negarse a servirle a un cliente, que además era un amigo de su jefe. Él, posiblemente molesto por el desplante de la vuelta del tabaco y la negativa a servirle una vez, no quiso sufrir más desplantes, y decidió dejar de pedirle las copas a ella. Borja se limitaba a saludarla para después ignorarla, y ella se sentía molesta cuando él les pedía las consumiciones a otros. Sin embargo, la situación tirante era ahora entre camarera y cliente, no entre exnovios. El ya había vuelto con Coral ,y era con quien quería estar, y ella ya había pasado página. Pese a lo que afirman los investigadores en sus informes, Borja no había sido su última relación. Entre Navidad y final de año Sheila mantuvo otra relación, al parecer también superficial, con un chico de la zona que vivía fuera y había regresado para las fiestas. Varios chicos más andaban detrás de ella, y unos días antes del crimen había quedado con su exnovio Teo para hacer un viaje juntos. Tal vez se estaba planteando retomar la relación con él.

En todo caso, entre Sheila y Borja no había insultos, ni gritos, ni discusiones, ni siquiera malos modos. Se saludaban correctamente al verse, pero después él no le pedía las copas, y ella estaba molesta por ese comportamiento, pero estaba molesta como camarera, no como ex, y tampoco levantaba la voz, o discutía, o le decía nada. Creía que se comportaba como un niñato, pero nada más.

¿Dónde encuentran ustedes en todo lo anterior un motivo para un crimen planeado y a sangre fría? Las llamadas de Sheila, a las que tanta importancia dieron los investigadores, habían cesado casi mes y medio antes. En la relación con Coral no hay nada que pueda indicar un motivo, ya que él mismo se lo había contado y estaba con ella, que era lo que quería, sin más historia. Si la tirante relación entre camarera y cliente se hubiera vuelto grave, él habría dejado de ir al pub, no habría planeado un crimen barroco. Los investigadores, que encontraron bastantes testigos de que la relación entre ellos no era buena, no encontraron ni a uno solo de que ninguno de los dos lo considerara un asunto grave, ni siquiera importante. Borja no le comentó a ninguno de sus amigos, incluidos el dueño del pub y el pinchadiscos, que considerara un problema la relación con Sheila. Ella tampoco le comentó a ninguno de sus amigos o amigas que la situación la preocupara, o supusiese algo importante. Habló con algunos amigos, sobre todo su exnovio Teo, de un problema que la preocupaba por entonces, pero ni palabra de Borja. Tampoco lo comentó con su jefe, con el que tenía buena relación y que era amigo común de ambos.

Ahora, valoren ustedes si encuentran, no ya probable, siquiera factible, el motivo para el crimen alegado por la UCO, o que Borja ganara algo asesinando a Sheila.

En resumen:

Las llamadas de Sheila a Borja habían finalizado casi mes y medio antes del crimen
Ni Coral era su novia en diciembre ni Borja temía que se enterara de la relación con Sheila, porque él mismo se lo había contado
En diciembre Borja y Coral habían retomado su relación que era lo que el quería, y esa era la situación en enero.
El “problema” entre Borja y Sheila era que él no le pedía las copas a ella.

Esto es todo sobre el motivo que propone la Guardia Civil para un asesinato a sangre fría en lo alto de un puerto de montaña. Sí, estimados lectores, no hay nada más.

PRUEBAS

Lo cierto es que la prueba de residuos de disparo, que se ha tratado en la primera parte, era la única evidencia con la que se detuvo a Borja. Otras supuestas pruebas se presentaron tras la detención, una de ellas un par de días después, mientras que otra tardó años. Las dos pruebas que supuestamente acusan a Borja Vidal son:

▪ Una fibra hallada en una bufanda en la parte trasera del coche, que podría corresponder con la sudadera que vestía Borja el sábado por la tarde.
▪ Un comentario que habría hecho un abuelo de Borja durante el registro de su domicilio.

Antes de pasar a comentar estas cuestiones, una consideración general sobre la evidencia en los casos criminales.

EVIDENCIA

En un caso puede haber muchas piezas de evidencia, puede que cientos, con valor inicial variable. No es lo mismo un pelo, que una fibra, que una huella dactilar, que una huella de calzado que un rastro de ADN. Tampoco es lo mismo, por ejemplo, que una huella dactilar aparezca sobre un mueble alejado de la escena de un crimen, que la misma se encuentre sobre una mancha de sangre. A priori, el valor criminalístico de ambas piezas de evidencia es distinto, sin que eso presuponga su valor final. En el Peugeot 206 de la víctima se hallaron varios rastros genéticos, bastantes huellas parciales, muchos pelos y muchas fibras. ¿Por qué de entre todas esas evidencias se considera significativa una fibra, y solo una? Porque es la única de entre todas que se puede intentar ligar con el sospechoso. ¿Por qué no se consideran significativos los rastros genéticos? Porque no corresponden al sospechoso. Y los pelos lo mismo, como no se pueden relacionar con Borja entonces ya no son significativos. Había ocurrido lo mismo con los residuos de disparo. ¿Por qué de entre todos los hallados tan solo se consideraba significativo uno? Por el mismo motivo. Cualquiera de los otros podría corresponder a un disparo del arma asesina, pero pretenden que tan solo uno resulta importante.

LA DIANA

Son elecciones artificiales e interesadas. El valor criminalístico de una pieza de evidencia no debería depender de si nos interesa o no para poder relacionar a un sospechoso, sino de fundamentos objetivos y neutrales, y establecerse previamente a otras consideraciones. En este caso tenemos muchas fibras recogidas por todo el coche, tantas que ni siquiera se contaron ni se analizó la mayoría. Tal vez correspondan a decenas de prendas que pudieron dejar tal vez diez o veinte o más personas que estuvieron en el coche en distintos momentos, y es posible que una cualquiera haya sido dejada por el asesino. Pero a priori, la única fibra realmente interesante es una verde encontrada en una uña de la víctima, y todas las demás tienen un valor inicial secundario.

Los rastros genéticos hallados en el coche corresponden a hasta 5 varones no identificados. Alguno de ellos podría ser el autor del crimen, o puede que ninguno. Lo que parece evidente es que si cualquiera de esos rastros genéticos hubiera correspondido a Borja, se habría considerado una prueba decisiva e irrefutable de su implicación. Es decir, el mismo ADN, en el mismo lugar, se considera algo sin importancia o una prueba decisiva en función de los intereses de los investigadores. Y las fibras lo mismo. Y los pelos también. Fijémonos en la bufanda. Se halló la fibra que podría corresponder con la sudadera de Borja, pero también se encontró un ADN de varón no identificado que no es de Borja. ¿Por qué ese ADN no es importante y la fibra sí? Ya saben la respuesta.

Esa forma de argumentar y razonar, que se utiliza en casi todos los casos, es una fábrica de errores. En ninguna ciencia, o disciplina con pretensiones de ciencia, se toleraría la elección de tan solo las evidencias que puedan confirmar nuestras hipótesis. Esto no solo ocurre en este caso, ni con las investigaciones en España, es algo que afecta a todo el mundo. Vean, por ejemplo, el tratamiento de los testimonios en el caso del asesinato de Jill Dando, tratado aquí. Con ese modo de tratar la evidencia, testifical o material, siempre se tiene a mano un buen arsenal para acusar a quien haga falta.

En el caso de Sheila hay 5 rastros genéticos, y decenas de fibras y pelos, que posiblemente corresponden tal vez a dos docenas de personas. A cualquiera de ellos se podría acusar y se podría presentar evidencia. Justo la que coincide o parece coincidir con ellos, y se ignora todo lo demás. Supongamos que se hubiera encontrado correspondencia entre la fibra verde y la prenda de algún sospechoso, y que se hubiera decidido que ese era el culpable. En ese caso, ni la fibra azul ni los residuos en la mano de Borja tendrían ninguna importancia ni significado, y nos dirían que sí lo tenían algún pelo, o una muestra de ADN en una colilla o en un periódico o cualquier otra cosa.

Es como llegar ante un muro con decenas de impactos de bala y pintar una diana alrededor de un par de ellos, y decir entonces que esos dos han dado en el blanco y el resto no.

FIBRA EN BUFANDA

Una de las supuestas evidencias contra Borja Vidal fue una fibra de color azul hallada en una bufanda negra que estaba sobre el asiento trasero. Por cierto, la fibra fue encontrada tres años después del crimen. Hasta entonces, tan solo les había interesado una fibra verde. La fibra azul hallada en la bufanda era del mismo color que la sudadera que Borja Vidal dijo haber vestido el sábado, y que había entregado el día 26 de enero. Se afirmó que las características de la fibra, analizada esta al microscopio, eran compatibles con las fibras de esa sudadera. Y se llegó a decir que se podía incluso hacer una identificación. Pues bien, no se podía ni se puede. De algún modo se debería poner freno a esa costumbre, cada vez más frecuente en algunos peritos, en la que pretenden que la disciplina en las que son expertos diga más cosas de las que se pueden decir. Sea con fibras, con pelos, con ADN, con residuos de disparo, con perros detectores de sangre, cada vez en más ocasiones se va más allá de lo científicamente permisible, saliendo del terreno de la ciencia y comenzando a adentrarse en el de la pseudociencia.

El análisis de una fibra tiene alcance limitado, y llega hasta donde puede llegar. En realidad, su carácter es más bien eliminatorio, es decir, sirve razonablemente bien para descartar que determinada fibra pertenezca a una prenda, pero salvo casos muy especiales no puede decir que una fibra pertenezca a una prenda con exclusión de otras similares. Las fibras de miles o decenas de miles de prendas fabricadas de forma industrial son iguales, y lo más que se puede decir es que una fibra pertenece a determinado modelo o marca o tipo de prenda, pero no a una prenda en concreto, Algunos técnicos con pretensiones dicen que si el grado de deterioro, los lavados … pueden hacer posible una identificación. Parece que no escarmientan, porque un par de fibras fueron claves para acusar y encarcelar a Dolores Vázquez, cuando unos técnicos con exceso de entusiasmo establecieron una correspondencia insostenible. Y en este caso se ha pretendido hacer algo muy parecido. Lo más que se puede decir es que no se puede descartar que esa fibra sea de la chaqueta de Borja, pero nada más.

La redacción de los informes es bastante expresiva: Se dice que la fibra azul PUDIERA haber pertenecido a la chaqueta de Borja Vidal. Después ya viene lo de que si esto o lo otro, pero lo que se puede decir ya se ha dicho, lo otro es palabrería, conjeturas y suposiciones sin respaldo científico. La fibra azul hallada sobre la bufanda podría pertenecer a la sudadera de Borja… y a otras miles de prendas más de la misma marca u otras. Pero es que todo lo que rodea la fibra es absurdo, porque el valor de una fibra, más allá de su posible adscripción, reside en el lugar y situación donde es hallada. En este caso se recogieron muchísimas fibras, pero hay una en particular muy significativa. Es una fibra de color verde recogida de una uña de la víctima, y que no coincide con ninguna de sus prendas. El lugar donde fue hallada hace improbable que llevara allí desde mucho tiempo antes de su fallecimiento, y la hipótesis más probable es que se enganchó en la uña mientras el asesino manipulaba el cadáver dentro del coche. Por eso mismo se comparó minuciosamente con todas las prendas verdes de Borja, sin hallar correspondencia. Ese es el valor real del análisis de fibras, el descarte. Sirve para descartar, y si no se puede descartar, sirve como indicio, siempre que esté acompañado de otras dos docenas de indicios del mismo tipo o de otro tipo de evidencia de más nivel y contundencia. Pero incluso su valor como indicio resulta objetivamente bajo. Hay otras fibras que resultan también interesantes, como una de color naranja encontrada entre la palanca de cambios y el freno de mano, y algunas otras, todas ellas con más interés inicial que la de la bufanda.

Esa chaqueta azul de Borja ha sufrido un curioso proceso, en el que los investigadores la tratan con escepticismo o la aceptan con entusiasmo dependiendo de lo que les interese en cada momento. Se considera que las ropas del asesino debieron quedar impregnadas de residuos de disparo, algo que ocurre siempre, pero más todavía en un lugar pequeño y cerrado como el coche. Pero como la chaqueta que aportó Borja cuando se le pidió la ropa que llevaba el sábado no estaba llena de residuos, una vez lo colocaron a él como objetivo pusieron en duda que realmente hubiera portado esa prenda. Era una prenda ligera, de poco abrigo, dijeron, no adecuada para las temperaturas que había, y podría haber llevado otra ropa. Estaban pensando, claro, en alguna prenda verde que encajara con la fibra de la uña de Sheila. Pero años después, cuando se comparó la fibra azul, abandonaron su escepticismo, y ya no dudaban de la chaqueta azul. En la reapertura del caso de 2018 presentaron un confuso informe de un laboratorio privado (que sospecho que utilizan porque les confirman lo que ellos desean) que dice encontrar elementos químicos asociados con un disparo por toda la chaqueta. Incluso por la parte trasera y los laterales. Si esa chaqueta hubiera estado expuesta a una nube de residuos de disparo, como parecen proponer, quedaría por explicar por qué no aparecen, precisamente, residuos de disparo.

La fibra azul que se pretende como prueba contra Borja se encontró sobre una bufanda de color negro hallada sobre el asiento trasero del coche, y este aparentaba no haber tenido una limpieza interior durante semanas. De hecho, probablemente no se había hecho una limpieza desde su adquisición, a primeros de noviembre. Había un periódico cero de fecha 17 de noviembre de 2003, una bolsa de FNAC, de la que la empresa informó que eran de la campaña de Navidad, y una flor marchita en su envoltorio de plástico, cuyo origen, por cierto, no consta. La bufanda fue un pequeño misterio dentro del caso, porque no se pudo averiguar su origen. Ni familia ni amigos de Sheila la reconocieron, aunque es un elemento en el que raramente se fija la gente, y el escudo era pequeño. No consta en qué parte de la bufanda se halló la fibra, y no se puede saber si el lugar en cuestión estaba en una zona de pliegues, en la parte superior o en la parte inferior, en contacto con el asiento. No se sabe cuando llegó esa bufanda al asiento trasero. Podría haberla llevado el asesino, como han propuesto algunos, o llevar en el coche semanas.

Borja había estado varias veces en el coche, de lo que hay varios testigos, y la fibra, de ser de una prenda suya, podría haber llegado allí en cualquiera de esas ocasiones. A veces se argumenta que Borja había estado en ese coche en la parte delantera, y no trasera, donde apareció la bufanda, pero resulta absurdo pretender que una bufanda no puede estar en un asiento, luego en otro, delante, detrás… En la bufanda se halló ADN de Sheila y de un varón desconocido que no era Borja. Así que si hay algo interesante en la bufanda es ese ADN masculino desconocido. Y el ADN de Sheila, hallado en todas las muestras, indica que posiblemente la bufanda fuera suya, o al menos que se la puso en una o varias ocasiones.

Es decir:

No se sabe cuando llegó esa fibra azul a la bufanda, ni se sabe cuando llegó la bufanda al coche
No se sabe en qué parte de la bufanda se encontró la fibra
Esa fibra puede pertenecer a miles o decenas de miles de prendas iguales o similares a la sudadera de Borja. Puede ser de su prenda o no.
Incluso aunque se pudiera asignar a esa sudadera, que no se puede, podría haberla dejado en el coche en las varias ocasiones en que había estado allí.
Es una fibra más entre varias decenas, tan solo considerada interesante porque no se puede descartar que sea de Borja.
Y recuerden siempre esa fibra verde, porque seguramente el asesino llevaba una prenda verde.

ARMA DEL ABUELO

Uno de los sucesos más sospechosos del caso es la extemporánea comprensión de dos agentes de que un abuelo de Borja habría hecho una referencia a una pistola pequeña durante el registro en su domicilio. Durante los primeros días tras el crimen alguno de los jóvenes entrevistados había dicho que había oído el rumor de que Borja tenía una pistola en su casa. También se rumoreó lo mismo de otro de los investigados, pero las investigaciones de los agentes no encontraron que dichos rumores tuvieran fundamento en ninguno de los dos casos, y no lograron identificar la fuente, o fuentes, de los mismos.

Tras detener a Borja, el día 23 de julio se procede a efectuar varios registros en domicilios relacionados con el detenido, y uno de ellos era el de su abuelo Benito. Había presentes 5 agentes y la secretaria judicial, que iba redactando de forma manuscrita los pormenores del registro. En un escritorio, sin estar escondida, se halló una caja con 5 casquillos de diferentes calibres, y la secretaria judicial se dispuso a registrar lo hallado. Hasta este instante las versiones no difieren, pero a partir de este momento sí que lo hacen.

La versión de los agentes

Los agentes dicen que en ese instante el abuelo, sin ver lo que habían encontrado, se acerca apresuradamente y pregunta: que es, ¿la pistola pequeña? Al ver que era la caja con los casquillos comienza a señalar con el dedo y preguntar repetidas veces de forma alterada de qué calibre es ese !, !de qué calibre es!, apuntando hacia uno de ellos. Al comunicarle los agentes el calibre, se calma y se sienta.

Realmente parecen unos comentarios más que sospechosos. Los registros se hacen para buscar evidencia contra el detenido, y hallar el arma del crimen o una referencia a ella sería el premio gordo. La referencia a una pistola pequeña implica la preexistencia de una, y los comentarios sobre los calibres parecen indicar una preocupación porque se hallen casquillos de determinado calibre. El crimen se cometió con una pistola pequeña, así que aunque no se haya encontrado ningún arma, se consideran estas declaraciones un fuerte indicio.

La versión del abuelo

Cuando fue preguntado en el juzgado por esas supuestas declaraciones, Benito contestó que el no habló … de ninguna pistola pequeña ni grande porque nunca tuvo pistola. Mas adelante se reafirma en que no se habló de ninguna pistola, y declara que las balas halladas en la caja, de una pequeña y antigua colección, llevaban allí muchos años, algunas desde que había hecho el servicio miliar. Lo que sí declara es que cuando los oyó hablar de casquillos … de forma excitada o del mal humor apuntó a las balas preguntando de qué calibre eran.

La versión es distinta. Un hombre, malhumorado y nervioso por la detención de su nieto y la violación de la intimidad que supone un registro, reacciona de forma excitada ante el comentario sobre unos casquillos, como si les preguntara si habían encontrado lo que buscaban. Y no se hizo ninguna referencia de ningún tipo a ninguna pistola, que es lo realmente importante.

¿Cuál es la versión correcta?

Hay graves problemas que impiden dar veracidad a lo declarado por los agentes respecto a que se hablara de una pistola. El primer y principal problema es que esos supuestos comentarios de Benito sobre una pistola pequeña no constan en el acta levantada por la secretaria judicial. Esta es la encargada de ir dejando constancia de cualquier hecho relevante que ocurra durante un registro, incluyendo lo que vea u oiga. Normalmente no se deja constancia de comentarios, actitudes o comportamientos de las personas presentes que no se consideren relevantes para la investigación. Los secretarios son conscientes del alto nivel de nerviosismo y tensión que provocan este tipo de registros, así que suelen pasar por alto comentarios o actitudes de enojo o enfado de los afectados, salvo que supongan una falta de respeto o pasen de cierto límite. Esto parece haber sucedido con los comentarios de Benito sobre el calibre de los casquillos, que la secretaria interpreta como una expresión debida al enojo y el malestar, y no refleja en su escrito.

Lo que nunca habría pasado por alto es la referencia a una pistola pequeña, sea cual fuera el contexto en que se expresara, porque el principal objetivo del registro era precisamente ¡encontrar una pistola pequeña! El acta consta de 6 folios manuscritos con nimiedades como bobinas de hilo, pero se pretende que a la secretaria se le habría pasado precisamente una referencia al objetivo del acto que se estaba realizando. Pero si a ella se le pasa, para esto están allí los 5 agentes que intervienen en el registro, para llamar su atención sobre ello. Pues tampoco. Al final del registro la secretaria procede a leer el acta, donde no hay ninguna referencia a una pistola pequeña, y nadie llama la atención sobre ninguna omisión. Todos ellos firman el acta en conformidad a las 17.35 horas del 23 de julio, sin ningún reparo o salvedad.

No es hasta las 20.30 horas del 24 de julio, 27 horas después de finalizar la inspección, cuando dos de los agentes intervinientes declaran ante su jefe lo que se expone en la versión explicada más arriba. Es la primera noticia sobre una referencia a una pistola pequeña. No me digan que no les resulta extraño. Vamos a suponer que se le pase por alto a la secretaria judicial, que se les pase a ellos por alto cuando les leen el acta, pero ¿tardar todo un día en darse cuenta de lo que ha dicho el abuelo? Es más, constan las declaraciones de esos dos agentes, pero no las de los otros tres agentes presentes en el registro. Vale, supongamos que estaban en otras estancias y no fueron testigos directos de las supuestas referencias a la pistola, pero ¿no se lo habrían contado sus dos compañeros durante la misma inspección, o al menos al finalizar esta? Pues al parecer sus compañeros no les hablaron en ningún momento de una referencia a una pistola pequeña.

Cada vez parece más sospechoso todo. ¿Se lo inventaron? No creo, en el sentido de mentir. Mi hipótesis es que fue una elaboración posterior de los agentes, que acabaron creyéndose sus propias elucubraciones, y convirtiendo en un hecho lo que no eran más que conjeturas. Creo que inicialmente no les dieron importancia a los comentarios del abuelo, y posiblemente no entendieran alguna parte de lo que este dijo, debido a su estado de excitación y enfado. Más tarde, ese mismo día o al día siguiente, comienzan a volver sobre lo ocurrido, y a hacerse preguntas. ¿Por qué preguntaba por el calibre de esos casquillos? ¿Temía que se hallaran casquillos de calibre más pequeño? ¿Por qué iba a temerse eso si no los tenía o hubiera tenido en algún momento? ¿Y si estaban antes dónde estaban ahora? ¿Y a qué arma correspondían esos casquillos? ¿Que fue lo que dijo antes de lo del casquillo que no lo entendí? ¿Algo de una pistola? Es posible…. Sí, una pistola pequeña. La imaginación, la sugestión y la autosugestión son muy poderosas.

Para proponer que el abuelo hizo alguna referencia a una pistola pequeña tenemos que suponer que tres profesionales que saben que se está buscando precisamente una pistola pequeña pasan por alto una referencia al elemento buscado. Los tres. Y que ninguno habla posteriormente de ese comentario con nadie. Y que no es hasta mucho después que dos de ellos caen en la cuenta. Lo siento, pero no me lo creo.

Me van a permitir una analogía inspirada libremente en la exposición de un abogado en otro caso que quizás trate algún día: Es como si una persona sale de caza con la esperanza de cazar algún león y al regresar les cuenta a sus amigos que ha cazado dos liebres y tres ardillas. Al día siguiente les dice que en realidad el día anterior ha cazado un león. La credibilidad que le habrían dado sus amigos es la misma que le dieron jueces y fiscales a lo expuesto por los agentes, y sin entrar en otras consideraciones, recordaron que los secretarios judiciales están precisamente para dar fe de lo que sucede en un registro.

Por supuesto, jamás se encontró ni un solo testimonio de que el abuelo de Borja hubiera tenido una pistola, pequeña, mediana o grande, y no fue porque no buscaran y preguntaran por todo Villablino. Para justificar los registros le habían dicho al juez que : … teniéndose conocimiento en círculos de personas próximas al investigado que este posee una pistola, …, pero lamentablemente ese conocimiento parece haberse perdido por el camino, porque cuando se lleva a declarar a esos círculos de personas (declaraciones policiales y judiciales) niegan cualquier conocimiento de dicha arma. Ni una sola evidencia de que ese rumor fuera cierto, como, por cierto, ya habían averiguado los investigadores meses antes, en las semanas que siguieron al crimen.

El juez considera que la existencia de un arma a disposición de Borla Vidal no pasa de ser un mero rumor, y recuerda, no sin intención, que tampoco se ha hecho caso de rumores sobre la familia de Sheila y por el mismo motivo: la falta de evidencia de que todos esos rumores puedan tener algo de cierto.

PRESENCIA EN DOMICILIO

Borja fue entrevistado la misma noche del domingo 25 de enero, y les dijo a los investigadores que el sábado por la noche no había salido, y había estado en el domicilio familiar desde aproximadamente las 21.00. Dijo que había jugado dos partidos de fútbol por la tarde y estaba cansado. Tras acabar el último partido pasó a visitar a sus abuelos por Villablino y se fue andando hasta su casa, a donde llegó sobre las 21.00 o 21.15. Allí cenó con sus padres y sus dos hermanos y tras ver un partido de fútbol en la tele se fue a acostar, sobre las 12 de la noche. No se levantó hasta las 11 de la mañana del domingo.

Nadie vio esa noche a Borja en el Joe Team, ni en Villablino, ni en ningún otro lugar. Muchos de los clientes del pub eran amigos y vecinos suyos, así que de haber estado se habrían dado cuenta, sin ninguna duda. Aunque no salía siempre, lo hacía con la suficiente frecuencia como para ser conocido en el ambiente nocturno de Villablino, y de haber estado en algún sitio algún conocido lo habría visto. Pero nada, ni un solo testigo puede contradecir la afirmación de Borja de que esa noche estuvo en casa. Siendo uno de los sospechosos iniciales, debido a su relación con la víctima, sorprende que no se comprobara su afirmación, aunque fuese de forma somera. Pero tras el crimen no se entrevistó a los padres y hermanos de Borja, lo que parece indicar que no se comprobó nada, incluidas las posibles coartadas de los otros sospechosos.

Una de las cuestiones rutinarias en cualquier investigación policial es tratar de encontrar a testigos que sitúen al sospechoso en el lugar del crimen, o cerca de este. Pero al detener a Borja, los investigadores se encontraron el problema de que nadie lo había visto esa noche ni madrugada, ni cerca ni lejos del lugar del crimen, así que en vez de presentar testigos de su paradero, trataron de poner en duda la presencia de los padres en Villablino, intentando una aproximación indirecta, de tal modo que si los padres no habían estado, implicaría que Borja y sus padres habían mentido, con las implicaciones consiguientes.

La hipótesis de como habría actuado Borja nunca se expone con detalle ni con rigor, tan solo insinuaciones sueltas e inconexas. Pero haciendo su trabajo, vendría a ser lo siguiente: Borja habría salido de casa en algún momento de la madrugada (¿cuándo?), habría cogido un coche (¿cuál), se habría colocado en algún lugar de la ruta a esperar el paso de Sheila (¿dónde?), y una vez sobrepasado ella ese punto, la habría seguido y la habría adelantado, obligándola a parar. Tras cometer el crimen, habría regresado, dejado el coche donde lo había cogido, y se habría vuelto a meter en la cama.

Los padres iban con frecuencia los fines de semana a Gijón a jugar al golf, y en ocasiones se quedaban a pasar allí las noches de los sábados, en un hotel o en casa de unos amigos. El padre y la madre de Borja declararon que habían pasado esa noche en casa, en Villablino, aunque debido al tiempo pasado no recordaban donde habían pasado la tarde. Era posible, aunque no se acordaban, que hubieran ido a Gijón a jugar al golf o a un supermercado, o a pasar la tarde. Declararon que hacían noche en Gijón cuando había torneo, es decir, cuando se jugaba sábado y domingo, pero si solo era para jugar un día, regresaban a Villablino para pernoctar. Lo normal en invierno, debido a la ausencia de torneos por la climatología, era que fueran un solo día a jugar, generalmente los sábados.

Fueron claros en que no podían recordar si ese día habían ido a Gijón, pero estaban seguros de que habían dormido en casa. Su madre expresó con firmeza que ella lo que sabe es que esa noche su hijo se acostó en casa y que se levantó allí por la mañana. Las investigaciones no solo no consiguieron evidencia alguna de que los padres viajaran ese día a Asturias, sino que los datos parecen indicar que no fueron.

En primer lugar, no utilizaron las tarjetas bancarias, algo que hacían con frecuencia cuanto estaban fuera. Tampoco habían utilizado las tarjetas del peaje, lo que indica que seguramente no viajaron ese fin de semana fuera de Villablino o su entorno. Y lo más importante, no había registro de ellos en el campo de golf, en el que obligatoriamente quedaba registro tanto de la reserva previa como de las horas de comienzo y finalización. Quedó constancia de que ese mes jugaron los días 10, 17 y 31. Es decir, el fin de semana del 24 de enero no fueron a jugar al golf, seguramente debido a que se anunciaba mal tiempo.

Por tanto, hay certeza de que no jugaron al golf, y la falta de utilización de tarjetas de crédito y del peaje parecen indicar que no viajaron a Asturias ni salieron de la zona. Recuerden que el argumento de los investigadores para poner en duda que esa noche durmieran en casa era sus frecuentes viajes a Gijón para jugar al golf. En el libro de Garrido se cita a los agentes diciendo que no pudieron demostrar ni que estuvieran ni que no estuvieran. Ya.

Toda esta historia de si pudieron estar o no estar viene debido a que si ya resulta complicado convencer de que las cosas pudieron ocurrir como afirman, más complicado resulta si los padres durmieron esa noche en su casa, porque la credulidad de la gente también tiene un límite. Si ya resulta dudosa la hipótesis del sospechoso aguardando en algún punto de la ruta (¿cuánto tiempo?) para seguir a su objetivo y tras cometer el crimen regresar a su casa, mucho más dudoso resulta proponer que eso lo hizo saliendo de madrugada a hurtadillas y regresando sobre las 8.30 de la mañana, cuando ya coinciden por la calle los últimos que regresan de fiesta y los primeros que se levantan para pasear o hacer cualquier cosa.

La urbanización donde vivía Borja tiene una única entrada-salida, con un carril en cada sentido, y para llegar a su casa, tenía que recorrerla entera, a la vista de cualquier vecino. ¡Menudo plan! Regresar de día, pudiendo ser visto por cualquiera y pretender que no has salido de casa. El absurdo de esto preocupó a la acusación particular, así que trataron de averiguar si había formas alternativas de salir o entrar de la urbanización. No las había. Entre las 8.30 y las 9.00 regresaban los últimos fiesteros. Por ejemplo ,en ese horario debió llegar el dueño del Joe Team, que vivía en la misma urbanización.

Si ya resulta complicado aceptar que alguien prepare un plan en esas circunstancias, roza lo absurdo proponer que implica llegar a casa a una hora en que alguno de sus padres o hermanos puedan estar levantados, o al menos despiertos, y quedar en evidencia sin poder explicar de dónde se viene. ¿Qué se supone, que se acostó esa noche, se levantó en algún momento y salió, cogió algún coche, fue a cometer el crimen y regresó ya de día, con la esperanza de que no lo notaran ni familia ni vecinos? ¿De verdad se propone eso en serio? De ahí que se intente poner en duda la estancia de los padres en casa, que tan solo evita alguno de estos problemas, por cierto. La verdad es que no pueden acercar ni un milímetro al sospechoso a la Collada, pero al menos hacen ruido y distraen. O lo intentan.

CAZADORES

No se tuvo noticia de la existencia de dos testigos que habían visto un coche parado en medio de la carretera en el alto de Cerredo la mañana del 25 de enero hasta el mismo día en que se supo de la detención del sospechoso, y mi opinión es que la sincronía no resulta casual. Los investigadores comenzaron a rastrear todas las llamadas realizadas esa mañana en horas cercanas al momento estimado del crimen, registradas por las antenas más cercanas a la Collada. Al cabo de varios meses, encontraron algo significativo. Antes de continuar, hay que indicar que no se entiende por qué tardaron tanto. Da la impresión de que se enfrentaban a una tarea titánica, con cientos o miles de llamadas, pero en realidad son menos de 40 las registradas entre las 6.00 y las 9.30. No parecen muchas como para tardar tanto en el rastreo. Además, la que vamos a tratar es precisamente la más cercana de todas a las 8.15, hora en que se estima tuvo lugar el asesinato de Sheila. A mí no me parece normal tardar varios meses en un trabajo que cualquier persona puede realizar en uno o dos días sin agobios.

Una de las llamadas, realizada a las 8.07 del 25 de enero, la efectuó el presidente de una peña de cazadores a dos de los asociados, que se dirigían a una jornada de caza, para informarles de que se había cambiado el lugar dónde tenían previsto efectuarla. No se sabía qué antena concreta había recogido cada llamada porque, de forma sorprendente, la petición a las compañías era genérica, entre Caboalles y puerto de Cerredo (¿por qué no hasta Degaña?), pero la hora, 8.07, resultaba llamativa. Entrevistados los cazadores, estos dijeron a los investigadores que habían visto algo ese mañana en el alto de Cerredo. Unos minutos después de recibir la llamada del presidente de la peña de caza, y cuando circulaban a la altura del área recreativa, se habían encontrado un coche parado en la calzada, en plena curva. El conductor tuvo que frenar de forma brusca y dar un volantazo a la izquierda para evitar al coche, que estaba parado en el carril derecho, pero casi en el centro de la carretera, en el límite con el carril izquierdo. Según dijeron, no pararon y siguieron viaje, sin siquiera hablar entre ellos de lo que acababan de ver. No avisaron a la Guardia Civil, ni comentaron el incidente con sus compañeros en la jornada de caza. Tampoco dijeron nada cuando se enteraron de que había aparecido una chica muerta en ese lugar, y que se suponía que ella había pasado por ese lugar a una hora muy aproximada a la suya, o incluso a la misma hora. Uno de ellos dijo que le pareció que el coche era de color claro, y el otro, que declaró ir medio dormido, que oscuro.

En este tema hay muchas cosas extrañas, sorprendentes e increíbles. Por ejemplo, extraño y sorprendente es que la Guardia Civil no decidiera solicitarles a los cazadores muestras de ADN, pelos o huellas. No se encontró ninguna relación entre ellos y Sheila, su paso por ese lugar parecía casual, y no parece creíble un incidente de tráfico que acabara en asesinato, pero lo cierto es que estaban en el lugar del crimen a la hora aproximada en que tuvo lugar este, y que habían ocultado durante meses lo que habían visto. Además, su relato era poco creíble, y cabía la posibilidad de que estuvieran ocultado información. Por ejemplo, podrían haber parado y haberse asomado al coche, tocado algo, antes de escapar aterrorizados. Incluso considerando que no eran sospechoso del crimen, resultaba obligatorio tomar muestras para descartar opciones, pero no se hizo.

Tuvo que ser la representación legal de la familia de Sheila, meses después, la que tuvo que solicitar que se tomaran dichas muestras. Lo que leen, la Guardia Civil no consideró necesario pedir muestras de ADN o huellas, ni siquiera consideraron oportuno volver a entrevistarlos para repasar las evidentes inconsistencias de su relato. Quiero insistir en este punto, porque resulta desconcertante. Como ejemplo, y a efectos de comparación, durante la investigación les llegó a los investigadores noticia de que se había detenido por agresión sexual a un individuo que había amenazado a su víctima con una pistola que disparaba un calibre como el que acabó con Sheila. Como tenía el pelo canoso y se habían encontrado algunos pelos blancos en el Peugeot 206, solicitaron de inmediato que se le tomaran muestras de pelo para su comparación. Este es el comportamiento normal, el que tuvieron con los cazadores no.

Yo creo que los investigadores sí habrían solicitado todas las muestras si hubieran llegado a los cazadores meses antes, pero cuando se encontraron con ellos resultaron una molestia. Estoy convencido de que en ese momento ya les habían adelantado los resultados de la prueba de residuos, y habían decidido que Borja era su sospechoso, y no querían sospechosos alternativos. Solicitar muestras de ADN a los cazadores podría haberse considerado como que eran también sospechosos, y eso no lo querían de ninguna forma, cuando estaban a punto de declarar que Borja era el único sospechoso y considerado culpable. Así que pasaron por alto las inconsistencias de lo declarado por los cazadores, y lastrados por las restricciones autoimpuestas, no presionaron a esos testigos, ni sometieron a análisis crítico sus declaraciones. El que la noticia de la existencia de los dos testigos se incluyera en la misma noticia que la detención del sospechoso garantizaba que el impacto y las sospechas fueran mucho menores que de haberse comunicado ambas cosas por separado. Mi interpretación al menos explica lo que de otra forma sería inexplicable: Si no tenían un objetivo en mente, ¿por qué esa aparente dejadez ante la aparición de dos testigos-sospechosos cruciales? Si alguien puede aportar alguna explicación alternativa me gustaría saber de ella.

Aunque el informe de los residuos no llegó al juzgado hasta el 12 de julio, fechado el 1 de julio, es una práctica habitual comunicar telefónicamente a los investigadores, de forma extraoficial, los resultados más significativos antes de la redacción de un informe, hasta varias semanas antes. Yo creo que esa comunicación llegó a los investigadores en la primera mitad de junio, y hay varios indicios que apuntan a ello. Por ejemplo, el 9 de junio se solicita autorización al juzgado para procedes a intervenir los teléfonos de Borja y sus familiares, cuando llevaban meses sin prestarle ninguna atención. En la solicitud no hay referencia a la prueba de residuos, algo lógico si tenemos en cuenta que no ha llegado al juzgado y no existía legalmente, pero da la impresión de que estaban preparando el camino para cuando esta llegara oficialmente. Por esas mismas fechas se dieron por finalizadas unas escuchas telefónicas a un sospechoso que llevaban en vigor casi dos meses. La coincidencia resulta significativa.

Lo que si hicieron los investigadores fue tratar de colar una interpretación absurda basándose en lo declarado por los testigos. Como según su hipótesis el sospechoso había seguido a Sheila en un coche, la había adelantado y la había obligado a parar, en algún momento tenía que haber dos coches parados en la carretera. Así que, pese a que ambos cazadores declararon que habían visto un solo coche, los astutos investigadores concluyeron que no, que en realidad había dos. ¿No había declarado uno que le parecía que el coche era de color claro y el otro que le parecía que era de color oscuro? Eso era, dedujeron, porque en realidad había dos coches, pero cada uno había visto un solo coche, uno el claro, y el otro el oscuro. Esto, aunque no lo crean, se puso por escrito en el informe que trataba de proponer la culpabilidad de Borja, y es un buen ejemplo del nivel argumental de la acusación. Que dicha acusación no impresionara a jueces y fiscales parece cada vez menos misterioso. En una declaración posterior les preguntaron a los dos cazadores por este asunto, y los dos dijeron, sin ninguna duda, que había un solo coche parado en la carretera. Eso no impidió a los investigadores seguir con su cuento de los dos coches hasta el día de hoy.

EL TESTIMONIO

Quiero dejar bien establecido que no considero a los cazadores sospechosos del crimen. Como he comentado, no consta que conocieran a la víctima, ni que tuvieran ningún problema con alguien cercano a ella. Su paso por ese lugar parece ser algo casual. Pasaban por allí porque estaba en la ruta desde Oviedo hasta un coto de caza que habían decidido otros, y que fue cambiado sobre la marcha. Si el cambio de coto de caza se les hubiera comunicado la noche anterior, o incluso esa misma madrugada, no habrían pasado por el alto de Cerredo, ya que la ruta para llegar desde Oviedo al coto donde finalmente cazaron no pasa por el valle de Laciana. Dicho esto, hay que decir bien claro que mintieron. No solo porque su testimonio resulte inconsistente, también porque años después reconocieron cosas que implican que no dijeron la verdad en 2004.

Por ejemplo, cuando en junio de 2004 les preguntaron cuando se habían enterado del crimen, uno dijo que se enteró al día siguiente, lunes, sobre las doce o la una, leyendo el periódico en una cafetería de Oviedo. El otro dijo que se enteró ese mismo domingo por la noche, no recordando si se lo había contado su mujer o lo había oído en los medios de comunicación. Bien, pues ambos mintieron. Como reconoció uno de ellos en 2018, se enteraron la misma tarde del 25 de enero, durante la jornada de caza, porque resulta que unos de los participantes en la misma era un tío de Sheila, que recibió una llamada informando de que su sobrina había aparecido muerta en la Collada, y se lo comunicó a los demás. Que esto no fuera descubierto por la Guardia Civil en 2004 dice bastante sobre la calidad de la investigación. Y si se descubrió y se silenció, dice más todavía.

La familia de Sheila afirma que tras el crimen hubo personas que les preguntaron a los cazadores si habían visto algo, y que ellos lo negaron. No sé si es cierto, pero sí lo es que durante 5 meses guardaron silencio, y que cuando hablaron, mintieron sobre algunos extremos. Habría sido suficiente para una investigación profunda, incluso para una detención, pero claro, no podían hacerlo sin dañar el caso contra Borja, que era tan débil que no permitía la más mínima alternativa.

EL COLOR

La diferencia en cuanto al color del coche se señala como ejemplo de las divergencias entre el testimonio de los dos, cuando es la única diferencia significativa entre ambos testimonios. Es más, los dos testimonios son tan semejantes, incluso en detalles, que resultan demasiado parecidos, tanto que sospecho que están relacionados, y que probablemente uno ha influido en el otro. Dos testigos que observen el mismo suceso, entrevistados de inmediato, diferirán en varios elementos, sobre todo en los detalles. Si pasan unas horas o un par de días hasta que sean entrevistados, las divergencias resultarán ya notables. Si pasa más tiempo, semanas, las divergencias serán ya muy grandes, incluso en elementos esenciales, y no solo en los detalles.

Tenemos un buen ejemplo en este mismo caso, con las divergencias de los testigos que estuvieron a última hora en el pub Guey, a la mayoría de los cuales se entrevistó menos de 12 horas después de los sucesos de referencia. En cuanto a la hora en que se marcharon del pub Sheila, Sela y BIbi, las estimaciones van desde las 7.40 a las 8.45, siendo el horario más probable entre las 7.55 y las 8.00. Por otra parte, preguntados por las copas que se había tomado Sheila en el pub Guey, uno dijo que ninguna, que no había bebido alcohol, algunos testigos dijeron que una, con vodka, y un par de ellos dijeron que dos. Este tipo de diferencias se produce siempre, en todos los casos, y cuando no las encontramos, tenemos que sospechar que los relatos no son independientes. Por cierto, no se halló alcohol en los análisis, algo que no encaja con la mayoría de los testimonios respecto a este asunto.

En el caso de los cazadores, cuentan prácticamente lo mismo. Ambos coinciden en el lugar aproximado donde estaban cuando recibieron la llamada (Villager o Caboalles), lo que tardaron hasta encontrarse el coche, el lugar que ocupaba este en la calzada, la distancia hasta la entrada al área recreativa, el tamaño aproximado del coche, el estado de sus luces y algunas cosas más. Salvo el color del coche, en todo. Que el relato es seguramente uno solo, y que los detalles previos al encuentro son especialmente dudosos es que coinciden hasta en los errores. Ambos aseguran que recibieron tan solo una llamada, cuando recibieron dos, separadas por un par de minutos. Todo lo anterior al encuentro con el coche es tan irrelevante, tan intrascendente, que seguramente se comenzara a olvidar casi de inmediato

Una cosa poco verosímil es que no hablaran del tema entre ellos tras el suceso. ¿Un encuentro con un coche parado en medio de la carretera en un amanecer lluvioso y con niebla y ni siquiera lo comentan? No me parece creíble. Hay algo curioso, y es que cuando entrevistan a los cazadores no les preguntan si llegaron a parar tras sobrepasar el coche. Está implícito que no lo hicieron, pero lo cierto es que no se lo preguntan. Y me parece importante, porque yo creo que llegaron a parar, o reducir tanto la velocidad que estuvieron casi parados, y que miraron hacia atrás, directamente, o a través de los retrovisores. La prueba es que ambos afirman que el coche tenía las luces encendidas, y ningún faro fundido, algo imposible de apreciar al sobrepasar el coche (sobre todo respecto el faro derecho), y que hace necesaria una observación desde delante. Es decir, que o bien pararon o bien circulaban tan despacio que pudieron fijarse bien.

¿Qué sucedió después? Yo creo que dudaron. Posiblemente la situación no dio buenas sensaciones. Tal vez reanudaron la marcha lentamente mientras conversaban. ¿Qué hacemos? ¿Qué habrá pasado? No me gusta esto, me da mala espina. Y cuando se quisieron dar cuenta, la curva ya les había quitado la visión del coche, no serían más de 40 o 50 meros. ¿Llamamos a la Guardia Civil? Pero ¿qué les decimos? ¿Y si nos preguntan que por qué nos hemos marchado? En esto, el coche ya se habrá alejado varios cientos de metros, y salvo que den la vuelta, ya no hay solución. No será nada, y si llamamos tal vez nos digan que paremos y esperemos, y nos fastidian la caza.

No comentaron el suceso con sus compañeros de cacería, posiblemente porque tenían dudas de haber obrado correctamente, y no querían preguntas que sonaran a reproche: ¿Por qué no llamasteis a la Guardia Civil? ¿No os pareció peligroso un coche parado en medio de la carretera? Y cuando se enteran de que ha aparecido una chica muerta en ese lugar, ya no dudan en callar. Posiblemente buena parte del viaje de vuelta lo dedicaron a discutir sobre que iban a callar y sobre lo que iban a decir si algún día tenían que hablar.

Hay quien conjetura que en realidad vieron bastante más de lo que han contado, pero que callan por miedo o por alguna otra razón. Es posible, aunque tampoco hay evidencia de que vieran y reconocieran otro coche u otra persona que estuviese por allí. Pese a lo que se suele pensar, yo creo que si se ve a alguien que pueda estar cometiendo un delito grave se corre más riesgo callando que hablando. Los que quieran eliminar testigos preferirán hacerlo antes de que los delaten, mejor que después. La familia de Sheila sospecha que en realidad vieron mucho más y que lo ocultan. Por supuesto, ellos creen-desean-sospechan que vieron a quien consideran sospechoso, pero no está claro por qué, en tal caso, lo habrían ocultado.

Los sometieron a una fuerte presión para que cambiaran lo declarado, increpándolos en el juzgado, e incluso en sus domicilios, como declaró uno de ellos. No entiendo que nadie cercano a la familia de Sheila los advirtiera de lo contraproducente que era ese comportamiento. No solo porque esa agresividad pudiera provocar un efecto defensivo y el encastillamiento en la postura, sino porque un eventual cambio de declaración sería de dudosa utilidad, precisamente porque se habría producido bajo presión.

Sea como fuere, con sus mentiras, sus inconsistencias y las dudas sobre sus declaraciones, los cazadores son los únicos testigos con los que contamos. En la tercera parte, trataremos más sobre lo que vieron y no vieron, porque creo que se ha pasado algo importante por alto.